Cómo habréis podido comprobar hace un tiempo que no escribimos. Eso se debe en parte a que, afortunadamente, en el último mes y medio hemos estado ocupados en diferentes trabajos y proyectos, que en los próximos meses os iremos presentando en el blog. Sin embargo, y a pesar de esos trabajos, hemos recibido otras propuestas que por diferentes razones no llegaron a buen puerto.
Por eso hemos decidido escribir este articulo a modo de reflexión sobre esos motivos que la mayoría de las veces provocan que no se materialicen los trabajos. La pregunta es ¿cuánto vale nuestro trabajo? como arquitectos y diseñadores, con una serie de años de formación universitaria y experiencia práctica, osea con los conocimientos necesarios para poder emprender esas labores y proyectos, al final, resulta que la pregunta no es esa, es más bien: ¿cuánto cree el cliente que vale mi trabajo? y ahí es donde tenemos el problema.
Con los temas de arquitectura, los clientes muchas veces piensan que determinados servicios deben ir incluidos dentro del presupuesto que manejas, y generalmente el presupuesto que les ofreces les parece desproporcionado, por eso la mayoría de las veces, cuando finalmente le rebajas el presupuesto ajustando muchísimo los costes de los servicios, se lanzan a preguntarte si eso incluye tal y cual (generalmente todo tipo de acciones administrativas que tú como arquitecto no tienes o no estas obligado a realizar). Como comprenderéis ahí se acaba todo, no sólo has tenido que bajar tus honorarios sino que además te exigen otras tantas actividades gratis. Fin, se acabó el proyecto.
Lo más triste de todo es que te pones a echar cálculos y tus honorarios (en euros a la hora) muchas veces acaban siendo ridículos (hablo de menos de 5 €/hora con los que se llega a incurrir en gastos), y claro, como comprenderéis, uno tiene un puntito de orgullo y considera que su trabajo tiene un valor, aunque sea mínimo. Si a ésto le sumamos la percepción del valor que el cliente medio tiene de tu trabajo, apaga y vámonos.
La ideación y el diseño
Muchas veces, en aspectos de diseño y proyección la gente cree que se trata de dibujar, de tirar unas lineas sobre el papel y además están convencidos de que se tarda un par de horas como mucho. Ni mucho menos, todo diseño exige un proceso de diseño (valga la redundancia) empezando por los bocetos, los primeros diseños, las proporciones, colores y cambios, muchos cambios hasta dar con la imagen final del producto. Además del tiempo necesario de imaginación e ideación, pues muchas veces se tiene que llegar a una idea, un concepto, una imagen, etc. Ese tiempo y ese trabajo tienen un valor, y hay que dárselo.
Afortunadamente hay clientes que sí que entienden que es un trabajo que requiere de esfuerzo, paciencia, horas y organización, además de ideas e imaginación. Gracias a todos los clientes que hasta ahora han contado con nuestros servicios y a los que, esperemos, cuenten con nosotros en un futuro próximo.
Desde Mimic Estudio procuramos disfrutar con nuestro trabajo, dedicarle todo el tiempo que es necesario, cuidar el producto o el proyecto hasta el nivel de detalle que exija y tratar de satisfacer todas las necesidades del cliente.
¿Que crees tú?, ¿Merece la pena trabajar a cualquier precio?, ¿aunque se incurra en gastos?.