La cuestión de cuánto cuesta traducir un texto preocupa tanto a clientes como a profesionales del sector de la traducción, quienes, en numerosas ocasiones, tienen serios problemas a la hora de establecer una tarifa lo suficientemente competitiva como para satisfacer los deseos y necesidades de sus clientes y vivir de su actividad.
Como comentábamos en el artículo anterior, no hay una respuesta única y válida para todos los casos, sino que son muchos los factores que pueden modificar un presupuesto. Lo que sí podemos es ofreceros unos criterios estándar que os sirvan de orientación. Ahí van nuevos consejos para aumentar la calidad de tu traducción sin que lo hagan también los precios.
- El hecho de no entregar al traductor el documento definitivo puede llegar a doblar el coste de tu traducción.
Nuestra recomendación es que, siempre que sea posible, nos envíes el texto definitivo desde un primer momento.
En ciertas circunstancias en donde el tiempo apremia, puede ocurrir que, por querer obtener tiempo necesario o aligerar el proceso, creas que es buena idea ir enviando un borrador, aunque igual no has decidido aún qué fragmentos necesitas traducir, con tal de que comencemos a trabajar en tu proyecto cuanto antes mientras terminas de redactar el documento original.
Por todos es sabido que las prisas nunca son buenas y, en este caso, es igualmente aplicable. Puede que ganes tiempo, sí, pero te garantizo que perderás dinero por varios motivos.
Cuando un texto llega a manos del traductor, evidentemente este comienza a trabajar en él sin saber si sufrirá o no alguna modificación, salvo que se le notifique. Si, finalmente, el contenido del documento se altera o se suprime algún fragmento, el trabajo del traductor habrá sido infructuoso, pero no por ello dejará de facturarse.
Por lo tanto, si no organizas adecuadamente los textos o fragmentos que necesitas traducir, es probable que termines pagando inútilmente por partes que en última instancia se eliminarán, pagando dos veces (el texto inicial y la actualización) o ambas cosas.
Por otra parte, el hecho de tener que revisar continuamente el documento y realizar las modificaciones pertinentes que vayan surgiendo entorpecerá el proceso de traducción e incrementará el plazo de entrega. Todo ello sin olvidar que, al estar trabajando con distintas versiones de un mismo documento, serán mayores las posibilidades de error.
- Contratar la revisión de una traducción realizada por ti también puede salirte caro.
Esta es una situación que nos encontramos muy a menudo. Con bastante frecuencia, recurren a nosotros clientes que dicen necesitar «solo» la revisión de una traducción previamente realizada por ellos mismos, creyendo que así tanto el coste como el plazo de entrega serán menores.
Grave error, amigos. En casos como este, las traducciones suelen estar tan plagadas de errores terminológicos, gramaticales y de estilo que el traductor-revisor se ve obligado a prácticamente «retraducir» el texto, es decir, reformular el contenido. Y aunque pueda parecer lo contrario, resulta mucho menos laborioso realizar una traducción de cero que deshacer y rehacer. A veces, es muy complicado evitar que la segunda versión se «contamine» con los errores de la primera, por tanto, el estilo y la redacción de una traducción realizada desde un primer momento por un traductor profesional siempre será mejor.
En definitiva, es más que probable que la tarifa que se aplique sea de traducción, en lugar de revisión, y que el tiempo que el traductor encargado de la revisión necesite sea superior al invertido en caso de haber realizado él la traducción inicialmente.
Presta atención a nuestros consejos y cuidarás de tu bolsillo sin renunciar a la calidad. Ah, y recuerda: ¡cuenta siempre con un profesional!
¡Hasta el próximo post!