Sabemos mucho sobre cáncer pero aún no conocemos las claves de cómo se produce y cómo tratarlo con éxito. En los últimos lustros han aumentado los casos de cáncer. ¿Quién no tiene un familiar o conocido que haya fallecido recientemente por algún tipo de cáncer? Pero pese a lo que podamos pensar la mayoría de los cánceres en humanos no se desarrollan ni matan.
De lo que sabemos, explica el médico Juan Gérvas en un buen artículo, cabe decir que los humanos sufrimos pocos cánceres que nos maten, proporcionalmente a nuestro tamaño y longevidad.
Es contraintuitivo pero cierto: los humanos estamos bien preparados para evitar el cáncer que mata“.
Aunque la probabilidad de tener cáncer no es proporcional al número total de células de un mamífero ni a su longevidad, los mayores mamíferos viven más y tienen menos cánceres.
Las ballenas son los mamíferos más longevos y más grandes. Algunas ballenas viven hasta 200 años y las hay que llegan a pesar hasta 180 toneladas. Las ballenas pueden tener 1.000 veces más células que un humano.
Si cada célula tiene una probabilidad x de desarrollar cáncer durante su tiempo de vida, habría que esperar que la ballena tuviera 1.000 veces más cánceres que el humano (según su número de células) y dada su longevidad, al menos 2.000 veces más.
La probabilidad de tener cáncer no es proporcional al número total de células de un mamífero, ni a su longevidad. No existirían las ballenas si muriesen de cáncer con la misma probabilidad que los humanos, pues se extinguirían sin llegar a reproducirse. Lo mismo sucedería con los humanos si muriesen de cáncer con la misma probabilidad que los ratones.
A todo esto se le llama “la paradoja de Peto”. Hace cuarenta años, Richard Peto supuso que si cada célula viva presentaba en teoría la misma probabilidad de generar cáncer, los animales de gran tamaño sufrirían una mayor incidencia de la enfermedad porque poseen muchas más células y son más longevos que los de tamaño reducido.
Pero cuando puso a prueba su idea, el epidemiólogo de la Universidad de Oxford, ahora de 71 años, comprobó que tal lógica no se cumplía en la naturaleza. Todos los mamíferos tienen más o menos las mismas posibilidades de contraer cáncer. Los animales grandes deben haber elaborado varias estrategias para eludir el cáncer pero volviendo al principio eso es lo que no sabemos, el cómo evitarlo.