Con la Basílica de San Francisco el Grande sucede algo curioso y llamativo. No es excesivamente halagada entre los madrileños y, fuera de las fronteras de la ciudad, resulta bastante desconocida (por ejemplo, yo hasta que viví en Madrid, jamás había escuchado hablar de ella). Digamos que no goza de excesiva prensa a pesar de: su colosal tamaño, su impresionante interior y su meritorio récord personal, el que acapara su cúpula.
Como muchos habréis observado, ya desde el exterior, lo que más resalta de esta construcción es su cúpula. A pie de calle impresiona pero es, subiendo a cualquiera de los muchos miradores que tiene Madrid, cuando te das cuenta de la enorme ventaja con la que cuenta respecto a otras de su especie. No es para menos, estamos hablando de la tercera de mayor diámetro de toda la cristiandad. Sólo le superan la de San Pedro del Vaticano (42.5 metros) y la del Panteón de Agripa (43.4 metros), las dos presentes en Roma. ¿Y cuánto mide la nuestra?
Sus medidas son 33 metros de diámetro y 58 metros de altura (72 si contamos desde el suelo). Con esas proporciones ¡Cómo para no verla!
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