El repaso de los principales medios italianos, instantes después de la eliminación de su selección de fútbol, era elocuente: “Apocalipsis”, según La Stampa de Turín. “Vergüenza nacional” tituló Il Messagero. Para el editorialista de La Gazzetta dello Sport, “es una de las páginas más oscuras de nuestra historia deportiva”. Y “Fuori tutti”, sintetizó el Corriere dello Sport.
Pero todo —inclusive esa eliminación, la primera del fútbol italiano en seis décadas de asistencia perfecta a los campeonatos mundiales— estaba dentro de las previsiones. Al fin y al cabo, es una simple cuestión deportiva, no hay que dramatizar más allá de eso. Probablemente les duela más por la tradicional pasión italiana por el “calcio” o por su historia (fueron 4 veces campeones del mundo), pero los que manejan los números lo tienen perfectamente claro. Saben cuál es el impacto. Y, con la cuarta economía de Europa y con todos sus problemas, inclusive mucho mayores que éste, como es una recesión que lleva una década, también deben palpitar su futuro.
Según el mismo diario La Stampa, las pérdidas económicas en conjunto por esta eliminación van desde los US$100 hasta los US$200 millones. Engloban allí sólo los consumos vinculados directamente a actividades mundialistas: ventas de TV, campañas publicitarias, turismo, venta de indumentaria y merchandising. El diario La República indica que la TV italiana —que iba a pagar US$200 millones por los derechos del Mundial— intentará reducir esa cifra a la mitad. Y también Puma, la marca que viste a la selección italiana por US$22 millones, buscará una renegociación. Donde no está muy claro es en otro negocio —fronterizo con la legalidad— y que mueve 140 millones de euros anuales: las apuestas deportivas. Por un aspecto más “llano”, los bares y restoranes calculan pérdidas por 70 millones de euros, que es el dinero adicional que suelen mover en épocas mundialistas. Y la misma cifra se estima en el montaje de espectáculos, como pantallas gigantes en las plazas y otras fiestas típicas en todos los pueblos y ciudades.
Uno de los principales dirigentes deportivos de Italia, Franco Carraro (titular del Comité Olímpico nacional), va más lejos y considera que “el costo total para el país de esta eliminación llegará hasta los US$700 millones”. Se refiere a que el fútbol italiano representa la tercera liga de competición más poderosa del mundo, detrás de España e Inglaterra, y que todos sus valores irán a la baja después de que Suecia los dejara fuera de Rusia 2018.
La ausencia de Italia será la más ruidosa del Mundial, pero hay otra que “compite” en cuanto a movimiento económico. Claro, se trata de Estados Unidos, un país que —pese a que fue infaltable en esta competición en las últimas tres décadas— no significa una potencia del fútbol. Pero hay que repasar la lista de sponsors del “team USA” para suponer cuánto los afecta: Coca-Cola, AT&T, Nike, Liberty, Anheuser, Johnson & Johnson. Fox había pagado US$400 millones por los derechos de TV del Mundial solamente para Estados Unidos, previendo la mayor cobertura de su historia. Y la cadena Telemundo pagaba US$600 millones por la exclusividad para la comunidad hispanoparlante. Las cifras de audiencia les bajarán a ambas, y lo más seguro es que reorienten esas coberturas.
La inspiración de Leo Messi salvó a Argentina con el último suspiro —el partido ante Ecuador— e impidió que nuestra selección fuera otra de las grandes en quedarse afuera de esta convocatoria. Le hubiera significado a la Selección Argentina una baja del 50% en su cachet de presentación en partidos internacionales, que hoy se estima en US$1 millón en canchas europeas, y aún mayor en canchas asiáticas. Para la AFA, esa eliminación representaba una pérdida inmediata de unos US$15 millones.
Pero los planetas se alinearon en aquella noche y ahora todos vuelven a hacer los cálculos optimistas, principalmente quienes venden televisores y las agencias de turismo. El panorama estará más claro en pocas semanas, cuando el sorteo determine el cronograma de cada equipo. Aunque aquí ya se venden paquetes que van de los US$12.000 a los US$20.000 incluyendo el viaje, alojamiento en hoteles 4 estrellas y entradas. Para los que optan por una organización individual de su viaje y el intento de compra directa de las entradas, los precios son oficiales: entre US$105 y US$210 en partidos de primera vuelta, entre US$455 y US$1.000 para la final. Y la obligación de contar con la Fan-ID, la carta de ingreso que determinaron la FIFA y los organizadores como medida de seguridad, para filtrar el ingreso de los violentos.
Para la economía rusa y para las decisiones de Putin, la monumental inversión (principalmente en el rearmado de estadios e instalaciones deportivas) no parece un problema. Esperan la llegada de 3 a 4 millones de turistas y lo cierto es que en los últimos años la infraestructura allí experimentó cierta modernización. Pero a la vez, el impacto de organizar un Mundial en un gigante como Rusia, será menor que en sedes anteriores: en Sudáfrica 2010 o en Brasil 2014 se calculaba en un 0,5% del PBI de esos años. En cuanto a los premios, está todo dentro de las cifras actuales, será un total de US$690 millones a repartir entre los 32 equipos participantes, de los cuales US$50 millones se llevará el campeón y US$40 millones el otro finalista.
Así traducen el “siamo fuori” para unos y el “game over” para otros.
Fuente: Clarin.com