Esta semana he compartido mesa y mantel con un par de amigos que acaban de cambiar de trabajo. Han dado un giro radical a su vida y se han lanzado a navegar por lo que viene llamándose ya "la segunda carrera profesional".
El ecuador de la vida (entre los 40 y los 50 años) es una fecha crítica. Uno mira hacia atrás y ve lo que ha hecho y se plantea si quiere seguir haciendo lo mismo el resto de la vida.
Una vez, un joven se acercó a visitar a un anciano maestro. Muy cariñosamente, para evitar que se ofendiera, le preguntó por su edad, y el anciano contestó:
- Tengo 15 años
El joven se sorprendió. Las arrugas de la cara y las manos, lo blanco de su cabello, la larga barba... eran señales inequívocas de que aquel hombre no cumpliría ya los 75. Debió ser tal su cara de sorpresa que el anciano tuvo que aclarar:
- Mire joven; he vivido 75 años, pero esos ya no los tengo más. Esos han pasado. Pienso que viviré hasta los 90, y por eso tengo 15. Sólo me importan los próximos, los del futuro, estos 15 que puedo elegir como vivirlos.
Tenemos que convertirnos en personas de futuro, no de pasado. Nada podemos hacer para cambiar lo que ya pasó o lo que fue. El pasado es inamovible, y se almacena en los libros de historia. Lo que podemos cambiar es el porvenir, los días nuevos, los que están por llegar.
Y tú... ¿cuántos años tienes? ¿Ya has decidido cómo quieres vivirlos?