Desde que llegué al cole en el que trabajo se ha debatido en muchos momentos sobre los libros de texto en Educación Infantil. Desde siempre hemos usado método globalizado y cuadernillos de lectoescritura. En mi opinión un número excesivo de fichas diseñadas por editoriales. Y a pesar de la formación que llevamos las compañeras que trabajamos juntas, está siendo difícil reducirlas de manera suficiente para dar predominancia a otras propuestas con más sentido o para dejar tiempo a los niños para crecer y adquirir todos esos hábitos y rutinas tan importantes en Educación Infantil sin tanta prisa.
Los que me conocéis sabéis cuál es mi postura en esta “batalla” que pienso que, ya se alarga demasiado para los tiempos que corren y, más aún, cuando los cursos de formación y todas las investigaciones recientes sobre neuroeducación van en otro sentido.
Pero, cuando ya parece que nos hemos puesto de acuerdo en alguna medida sobre reducir la cantidad de libros siempre surge lo de “a ver cómo convencemos a...(compañeros, jefes, padres...)”. A mi siempre me parece “gracioso” lo de tener que convencer porque lo que me gustaría es que me convenciesen a mi de cómo dar sentido a fichas como estas.
Pero es verdad que me propuse tener una respuesta preparada para que el día que se presentase la ocasión. Y esto fue lo que salió:
"La elección no es entre libros de texto o proyectos. Lo que hay que tener claro es que para que un aprendizaje se dé de verdad debe tener sentido para el niño. Las actividades que veíamos en el grupo de trabajo de matemáticas [hicimos un grupo de trabajo hace dos años sobre propuestas tipo peticiones, ordinales, enumeración, taller de problemas, etc.] son todas para aprender el sentido del número: como ordinal, como cardinal, su escritura, etc. Planteábamos actividades, problemas, juegos…en los que el número aparece como necesario para poder jugar y ganar y por tanto el niño aprende qué es el número, para qué nos sirve; y el conteo y la escritura de los números adquieren todo su sentido. Si esas actividades predominan durante la jornada escolar es muy fácil después, poder dar sentido a una ficha en la que aparecen números con puntitos para repasar: “Chicos, vamos a practicar la escritura de los números para poder jugar a…” o “Vimos en el juego del cohete (peticiones) que ganaban los que apuntaban bien las pegatinas. Vamos a practicar un poco la escritura de los números para que todos entendamos bien las notas”. Y esas fichas, aunque sean menos que las que propone un libro de texto, van a tener un efecto mucho mayor sobre al aprendizaje ya que están plenamente dotadas de sentido.
Si, sin una preparación previa buena, en la que haya aparecido el número 1 como necesidad, directamente decimos“Bueno, ya hemos hecho el 1 con nueces, ahora vamos a hacerlo en esta ficha de Nuba”, estamos entrenando a hacer fichas pero ni el 1 se aprende como número cardinal, ni la escritura de su grafía queda grabada en el niño hasta que se repita numerosísimas veces (que se aprenderá por repetición y no porque el niño entienda que su escritura va a proporcionarle ventajas). Con lo cual, perpetuamos los problemas de la falta de comprensión numérica, cálculo y resolución de problemas que se dan en primaria sobre todo.
Con la lectoescritura sucede lo mismo. Para que haya una verdadera formación de los alumnos como lectores y escritores, dando la capacidad de leer comprensivamente y de expresarse por escrito, no sólo escribiendo palabras o frases sueltas, sino construyendo textos (otros de los problemas con los que se encuentran algunos maestros de Ed. Primaria); debemos trabajar en situaciones reales de escritura y de lectura. Igual que sucede con las matemáticas, deben priorizar en la jornada propuestas basadas en el enfoque comunicativo. De este tipo son las que todos hemos escuchado todas en cursos de formación: escribir y leer carteles, notas, listas, cartas… aprovechando los momentos que surgen en la jornada escolar y sobre temas de interés para los niños. Y si esas actividades predominan, es fácil después dar sentido a las fichas de grafías, que también son necesarias porque escribimos para que se nos lea y comprenda. Igual que con el número, si de verdad el niño tiene una motivación previa, dada por la necesidad, para practicar una grafía, con menos fichas será más que suficiente para interiorizar el trazo correcto. Como métodos como Letrilandia son imposibles de hacer sin alguna motivación, se intenta obtener ésta de los cuentos y los personajes, creando una falsa ilusión de aprendizaje. Las letras son letras y tienen una importante función social y si ese aprendizaje queremos que sea estable a largo plazo, la motivación debe partir de ese uso social.
Para hacer actividades que trabajen sentido del número (peticiones, pistas coloreadas, juegos de tablero, etc.) y el sentido de la lectura y escritura, se necesita tiempo. Si tenemos la presión de hacer 30 fichas por cuadernillo de un método globalizado más otras tantas de un método de lectoescritura, efectivamente no hay tiempo. Porque a su vez, a esas 30 fichas que apenas tienen conexión entre sí, hay que darles también algún sentido. Y estamos en una pescadilla que se muerde la cola trabajando de una manera ineficaz para el aprendizaje verdadero de los contenidos.
Pero, además, para hacer ese tipo de actividades funcionales, con sentido, etc. De las que hablamos, se necesita trabajar en pequeño grupo. Y tampoco es posible con la presión de tanto libro. Si no hay ese tipo de libros de texto y las fichas se reducen a aquellas a las que previamente les hemos dado sentido y que siendo pocas, van a ser más eficaces; podemos tener más sesiones de trabajo en equipos, rincones, talleres, y otras formas de trabajo que permitan realizar una mayor diversidad de propuestas que se hacen imposibles con todo el grupo.
Por supuesto, dentro de esta diversidad, tendrían cabida la expresión artística, el control corporal y otros contenidos fundamentales en educación infantil y que indirectamente tienen mucha relación con los requisitos previos necesarios para el aprendizaje de las matemáticas y lectoescritura.
Y, para terminar, dos cuestiones sobre las que se suele replicar al plantear la retirada o reducción de los libros de texto en infantil. La primera de ellas, la incertidumbre sobre dónde quedan todas esas fichas que trabajan conceptos espaciales, atributos de objetos o conceptos relacionados con el conocimiento del entorno. Está claro que ese tipo de fichas que vienen en los métodos se plantean como una mera evaluación de lo previamente trabajado con juegos, movimiento y manipulación pues es obvio que cualquier concepto de ese tipo no se puede aprender sobre papel. Lo que hay que plantearse es si es apropiado presentar esa ficha tipo examen (sin hacerla nosotros previamente y sin que puedan copiarse) y si nos va a dar, haciéndola así o de otro modo, una información real sobre lo que el niño sabe o no; o más bien sobre su capacidad para hacer fichas similares.
Y la segunda, es la preparación de cara a primaria. ¿Preferimos que lleguen los alumnos muy bien entrenados a realizar grafías sobre pautas, frases sin sentido y fichas en sí mismas? ¿O se puede dedicar a ello el primer curso de primaria si lo vemos necesario y que lleven una buena base en comprensión lectora, expresión escrita y conocimientos matemáticos?"
[Está muy centrada en lectoescritura y matemáticas porque son dos áreas sobre las que actualmente se están realizando o diseñando planes de mejora en mi centro y porque, para que nos vamos a engañar, son los dos aspectos del desarrollo que más importan a todos aquellos a los que aún tenemos que convencer]