Revista Libros
Ya sabéis que últimamente voy bastante por la Facultad; a pasear y a charlar, o a matar el tiempo, dada mi (actual) circunstancia, y acaso también dada mi reputación de zángana.
Ayer, cuando entré en la Secretaría del Departamento, tres o cuatro amigas conversaban sobre el Tiempo (el metafísico y existencial), en tonos lánguidos (no llegaban a la elegía).
Asentí, confirmando que del tiempo (ahora me refería yo al cronológico) sólo perduraba la gastronomía; o se reconocía por ella (algo así).
Venía de la panadería-pastelería Escrivá (todo un clásico, Escrivá padre y su digno sucesor Christian, vecinos algunos años), de degustar media docena de Bunyols de l'Empordá, y de comprar un par de piezas de "pa de montanya".
¿Que por qué paseo tanto estos días, aparte la Primavera?
La Cuaresma eran los buñuelos y el bacalo de los viernes.
Afortunadamente, tengo a Nico zanganeando por aquí (cinco semanas de vacaciones entre cuatrimestre) y hoy nos ha cocinado uno de sus platos estrella, con el que seduce a sus compañeros berlineses: bacalao al pil-pil.