Revista Cultura y Ocio

Cuarto Milenio: el fantasma de la carretera.

Publicado el 02 noviembre 2015 por Icastico

Para mí no hay programa de humor como Cuarto Milenio, me parto, lo juro, me tiemblan las chichas a discreción. Vaya por delante mi respeto a la gente que cree a pies juntillas en todo el catálogo de misterios, no es mi intención faltarle al mismo con este monólogo. Claro que posiblemente cambiaré el día que se me aparezca algo traumático, sea persona, cosa o un chorizo procesado de la OMS (en España no hay peligro, los “chorizos” no están “procesados”) y me haga caca o deje “nicotina” en el calzoncillo del impacto, asunto que contaré con todo lujo de detalle aquí y ante Iker Jiménez si fuera menester, así haya que enseñar los mismísimos gayumbos en prime time.

Lo malo (bueno), es que al segundo corte publicitario – que hacen honor al programa por su duración – caigo fulminado y me “transporto” a la cuna, a pie, por desgracia, que bien lo haría levitando si pudiera; a ver para cuando una app que solucione este trámite. Precisamente es este uno de los motivos que me llevan a recalar en el programa de marras después de haber manoseado todos los botones del mando a distancia como si fueran de la entrepierna de un púber y servidor un “santurrón” de sotana, con perdón. Ayer, por ejemplo, vi el enésimo programa que trata de una versión más del fantasma de la carretera.

La cosa, básicamente, va de un muchacho que la palma en un accidente de coche y luego decide aparecerse a todo cristo de noche en plena curva para indicarles con ambas manos, mediante un gesto tipo “a modo, chaval”, que reduzcan la velocidad porque van a carajo sacao, a su “juicio”. No me digáis que una vez pasado el susto no es pa bajarse del coche, pillarlo por las solapas y montarle un pollo del copón: “pero tú, fantasmón de los huevos, de qué coño vas, joder, si quieres acojonarme de verdad y que clave el freno hasta los juanetes te me disfrazas de guardia civil y listo, que estos son unos profesionales de la virgen, hostia, y saben meter miedo del bueno; te confeccionan una receta que no baja de 200 euros y retirada de puntos de carné que ya quisiera un fantasma de los cojones envuelto en tanto flash de neón, coñio”. Para mayor inri, los primeros en comprobar la nueva ocupación del extinto son los propios padres al pasar por la carretera de autos (de qué va a ser), imagínate el trago. Claro, y luego los del pueblo que han visto la noticia en el diario local y acaban siendo presa de la sugestión. Todos, curiosamente, infringen la velocidad permitida, se les da por correr de noche, una cantera de inconscientes fitipaldis, vamos, que por culpa de tanto pirao no tiene el fantasma un minuto de asueto.

Seamos sensatos (y esto va por el fantasma). Si uno va a tumba abierta, valga la expresión, y le ocurre algo así lo normal no es que reduzca la velocidad con toda la tranquilidad del mundo a la par que saca la mano por la ventanilla para dar las gracias de buen rollo, no, lo normal es que infarte y se vaya barranco abajo con la mano en el pecho, ¡menuda ayuda, fantasma! Por favor, hago un llamamiento a todos los “médiums” que se dediquen a fantasmas de carretera, que reflexionen sobre el asunto con todos los que tenga en su lista.

Otra cosa que me toca los cataplines es que los espectros o espíritus solo trabajen de noche, deben ser unos “vividores” de mucho cuidao, no hay manera de que se presenten de día aunque estén en un lugar a tomar por culo deshabitado y fuera del mundanal ruido que no les molesta ni dios. Si decidiesen manifestarse bajo el sol solo tendrían que cambian el resplandor blanco por el negro y acojonan igual, que es de lo que va el asunto. Pues no, ahí tienen que trasnochar los del programa y acudir con una tonelada de parafernalia, linternas y hasta momias con el pelo cardado llevando en la mano un péndulo que se menea como si tuvieran una sobredosis de Parkinson, pobrecita. Y luego, si no fuera suficiente con las apariciones en la curva, lo hacen en las paredes de casa, así sean manchas de humedad o humo de velas; los “afectados” ven a su muerto y de ahí no se apean. No es mi intención ofender, pero mira que no he visto yo al mismo Rajoy entre las nubes cuando adoptan estas una de las miles de formas caprichosas que tantas veces descubrimos, y otras formas extrañas y asimismo sospechosas he visto, insisto.

Hace una porrada de años, en un piso de estudiantes me aprestaba para asistir a una sesión de ouija con otros, ilusionadísimo. Le preguntan al “ente” si había alguien entre los presentes que no podía asistir y todos los dedos fueron marcando la respuesta: A N T O N I O. Yo, compuesto y sin fantasma. Quizás esta tirria me venga de ahí.


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