Revista Cultura y Ocio

Cuatro cartas – @_vybra

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

No sé dónde apilar más cajas y tampoco cómo empaquetar mi vida dentro de sus cuatro paredes de jaula de cartón. Desconozco dónde esconder los reproches, los remordimientos y las palabras que no he llegado a utilizar.

¿En qué caja escondo las promesas por cumplir? Si las coloco junto a las cumplidas quizá la envidia cree conflicto entre ellas. Su sitio tampoco creo que se encuentre al lado de los deseos, pues allí el anhelo llenará todo de suspiros y al quitar el precinto todo estará repleto de cosas que no sé si estoy dispuesta a asumir.

¿Qué hago con nuestras melodías? Siempre he sido artista de los barrios bajos de tu mente, queriendo pintar graffitis con estribillos de canciones en tu alma, ahí donde se encuentra la mayor de las riquezas. ¿Las guardo junto a tus inolvidables detalles? No sé, quizá estos debería envolverlos en papel burbuja para evitar que cualquier decepción los golpee y los dañe, condenándolos a ser olvido.
¿O tal vez deba envolverlos en papel regalo? Quizá, así, algún día pueda recordarlos con esa ilusión que hemos perdido en esta guerra sin metralla.

¿Sería honesto llevar cada una de las discusiones a la caja fuerte de la bóveda de un banco? Siempre he creído que no solo sirven para guardar dinero o aquello que pretendes mantener alejado de las manos de usureros, sino también para desterrar aquello que prefieres no recordar.
No sé, no sé si debería guardarlo todo en cajas o llevarlo a la trituradora del olvido, allí donde nadie quiere estar. Allí, donde los grandes amores jamás deberían encontrar su lugar. Y, sin embargo, está todo repleto. Repleto de amores, correspondidos y malheridos. Y de amores sin corresponder. De recuerdos, que dicen no querer ser revividos, y tantos momentos esperando perecer.
Mi opinión sobre ti no cabe en una caja, ni en dos, ni en mil… La admiración ocupa mucho espacio y tus virtudes no son flexibles, por lo que no las puedo colocar por los rincones. Al igual que tus defectos, necesitan un espacio propio que no encuentro. Así que permíteme el capricho de guardar también ciertas cosas en mi mente.

¿Cómo se aplaca el deseo? Ni la distancia ni el tiempo han conseguido apagar la llama de un fuego que sobrevive privado del oxígeno de tus besos y caricias. La pasión también se extraña, aunque la vida prosiga en otros labios y otros cuerpos, en otras compañías. He aprendido a encontrar la felicidad en otra sonrisa, la música en otros latidos y es el calor de otra piel el que aplaca mi frío. Ya no me rebelo contra el olvido, asimilo que somos pasado y sonrío.

¿Debería despedirme o ya está todo dicho? La indiferencia ha pasado de ser fingida a una cuestión de orgullo y quizá no sea necesario un adiós que ambos posponemos, pero tantas veces hemos dicho.
Demasiadas dudas. Demasiadas preguntas que no formulo más que a mí misma y demasiadas respuestas que, quizá, ya no importan.

Y, ahora, tras haber empaquetado todo y puesto un poco más de orden en el caos que siempre me acompaña, te envío cuatro cartas en las que explicarte mi ayer, mi hoy y mi esperanza:

Sedujiste mi alma con palabras.
Olvidaste saberlas demostrar.
Transformé tu recuerdo en una bala,
apodándola como “Algo que olvidar”.

Conservé mis palabras y mis letras,
atesorándolas, con mimo, en mi interior,
buscando sentirme más honesta,
a pesar de guardar también rencor.
La vida en mi corazón arde, y
la lluvia no apaga ese fuego.
O quizá soy yo quien no lo quiere apagar.

Recuérdalo siempre, quizá ya es tarde.
Escucha mi silencio,
yo ya no voy a gritar más.

Acompáñame en el frío.
Sálvame de esta soledad.

Y tal vez tú solo veas un poema, en vez de cuatro cartas, pero en el acróstico está la respuesta, pues ya sabes que siempre me han gustado los juegos de palabras, aunque jamás he pensado que las palabras sean un juego.

Esa es mi apuesta; sota, caballo, rey y as. Ahora tú decides si pasas, igualas, subes… Te quedas, o me dejas marchar.

{Y a ti, lector, te digo que, si desconoces lo que es, un acróstico es lo siguiente: [composición poética] Que contiene letras (normalmente al inicio de sus versos) con las que se puede formar una palabra o una frase}

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