Revista Salud y Bienestar
Poco a poco, pero con paso firme, la mujer se ha ido incorporando al mundo laboral y abriéndose camino en profesiones eminentemente masculinas como la Ingeniería o la Medicina donde, hasta ahora, la presencia femenina era meramente anecdótica. En la actualidad, España es uno de los países europeos con mayor número de mujeres catedráticas y tituladas, situándose por delante de países como Suecia, Dinamarca, Alemania, el Reino Unido o Australia. El progresivo incremento de licenciadas es proporcional a su creciente y reciente interés por carreras técnicas y sanitarias. De hecho, según se desprende del Instituto Nacional de Estadística (INE), seis de cada diez aprobados en el área de Ciencias de la Salud de Selectividad son mujeres.
Pese a ello, el grado de integración laboral sigue estando por debajo del hombre. En el ámbito de la Biomedicina, cuatro de cada diez investigadores españoles es mujer. En concreto, en esta parcela de la investigación médico-científica se concentra el mayor número de féminas, por delante incluso de otras subespecialidades como la ciencia y tecnologías físicas, ciencia y tecnologías materiales, ciencia y tecnología de los alimentos y ciencia y tecnologías químicas. Este porcentaje de mujeres investigadoras -36,48%- sólo es superado por el 45,83% de aquellas que han optado por la especialidad de Humanidades y Ciencias Sociales.
En el Día Internacional de la Mujer, el Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (GEICAM) ensalza la calidad de la labor de las investigadoras españolas y anima al resto de mujeres a continuar promoviendo y divulgando trabajos de investigación. En palabras de la doctora Eva Carrasco, directora científica de GEICAM, “nuestro país goza de una excelente producción científica a la que han contribuido sobremanera el magnífico grupo de investigadoras españolas, como es en el caso de GEICAM. En la actualidad, el grupo cuenta con 279 investigadoras que representa el 41% del total de miembros que lo conforman”. De hecho según diversos informes, una mayor presencia de las mujeres en la investigación mejoraría la utilización de los recursos y, al mismo tiempo, enriquecería la actividad científica, aportando nuevos enfoques y perspectivas.
No obstante, las facilidades para acceder y permanecer en el mercado laboral difieren de un país a otro. En este sentido, salvo algunas excepciones, según se desprende de este estudio, las mujeres de los países europeos meridionales prosperan más en las profesiones científicas que las de los septentrionales. Estas diferencias son un reflejo de los sistemas de apoyo y las expectativas culturales de los diferentes gobiernos.
-Por una investigación equitativa
La excelencia científica de un país es proporcional a la calidad de sus profesionales, algo que, hasta hace poco, difícilmente podían demostrar las mujeres al vetarles su entrada en la Universidad. Como ejemplo, valga el del Reino Unido: hasta 1895 no se las admitió en las mismas condiciones que a los hombres. Y aun entonces, cuando se permitía estudiar a una mujer, ésta no podía licenciarse ni en Oxford ni en Cambrigde, sus dos centros más prestigiosos. Ésta ultima institución admitió finalmente su entrada en 1921, únicamente debido a que fue objeto de investigación por una comisión Real. En este sentido -señala Eva Carrasco- con el fin de ajustar el desequilibrio entre hombres y mujeres y garantizar la mayor calidad en la investigación y producción científica en nuestro país, “deben mejorar los criterios de contratación en las empresas, atendiendo al curriculum vitae y la experiencia profesional y no a aspectos subjetivos”.
Desde Marie Curie, la primera mujer en recibir el premio Nobel en Ciencias en 1903, sólo seis mujeres han sido galardonadas con este distintivo. Sin embargo, la producción científica de las mujeres en los últimos años ha ido creciendo paulatinamente. Así, más del 40% de los premiados en Investigación, Ciencia y Técnica son mujeres, lo que constata que aun siendo baja su implementación en el mundo laboral, la calidad de su trabajo es excelente.
Pese a ello, el grado de integración laboral sigue estando por debajo del hombre. En el ámbito de la Biomedicina, cuatro de cada diez investigadores españoles es mujer. En concreto, en esta parcela de la investigación médico-científica se concentra el mayor número de féminas, por delante incluso de otras subespecialidades como la ciencia y tecnologías físicas, ciencia y tecnologías materiales, ciencia y tecnología de los alimentos y ciencia y tecnologías químicas. Este porcentaje de mujeres investigadoras -36,48%- sólo es superado por el 45,83% de aquellas que han optado por la especialidad de Humanidades y Ciencias Sociales.
En el Día Internacional de la Mujer, el Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (GEICAM) ensalza la calidad de la labor de las investigadoras españolas y anima al resto de mujeres a continuar promoviendo y divulgando trabajos de investigación. En palabras de la doctora Eva Carrasco, directora científica de GEICAM, “nuestro país goza de una excelente producción científica a la que han contribuido sobremanera el magnífico grupo de investigadoras españolas, como es en el caso de GEICAM. En la actualidad, el grupo cuenta con 279 investigadoras que representa el 41% del total de miembros que lo conforman”. De hecho según diversos informes, una mayor presencia de las mujeres en la investigación mejoraría la utilización de los recursos y, al mismo tiempo, enriquecería la actividad científica, aportando nuevos enfoques y perspectivas.
No obstante, las facilidades para acceder y permanecer en el mercado laboral difieren de un país a otro. En este sentido, salvo algunas excepciones, según se desprende de este estudio, las mujeres de los países europeos meridionales prosperan más en las profesiones científicas que las de los septentrionales. Estas diferencias son un reflejo de los sistemas de apoyo y las expectativas culturales de los diferentes gobiernos.
-Por una investigación equitativa
La excelencia científica de un país es proporcional a la calidad de sus profesionales, algo que, hasta hace poco, difícilmente podían demostrar las mujeres al vetarles su entrada en la Universidad. Como ejemplo, valga el del Reino Unido: hasta 1895 no se las admitió en las mismas condiciones que a los hombres. Y aun entonces, cuando se permitía estudiar a una mujer, ésta no podía licenciarse ni en Oxford ni en Cambrigde, sus dos centros más prestigiosos. Ésta ultima institución admitió finalmente su entrada en 1921, únicamente debido a que fue objeto de investigación por una comisión Real. En este sentido -señala Eva Carrasco- con el fin de ajustar el desequilibrio entre hombres y mujeres y garantizar la mayor calidad en la investigación y producción científica en nuestro país, “deben mejorar los criterios de contratación en las empresas, atendiendo al curriculum vitae y la experiencia profesional y no a aspectos subjetivos”.
Desde Marie Curie, la primera mujer en recibir el premio Nobel en Ciencias en 1903, sólo seis mujeres han sido galardonadas con este distintivo. Sin embargo, la producción científica de las mujeres en los últimos años ha ido creciendo paulatinamente. Así, más del 40% de los premiados en Investigación, Ciencia y Técnica son mujeres, lo que constata que aun siendo baja su implementación en el mundo laboral, la calidad de su trabajo es excelente.
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