La vida cada vez es más compleja. Muchísimos jóvenes cada vez están mejor preparados: tienen masters, dominan idiomas, son nativos de la tecnología... lo que implica que el mundo es muy competitivo y es más difícil estar preparado para el futuro de su vida adulta. Solo un dato, algunos expertos pronostican que dos tercios de los niños actuales trabajarán en empleos que actualmente no existen.
Pero para absorber todo estos conocimientos de una forma adecuada hay que sentar las bases desde que son pequeños. De nada vale sumar habilidades si no se saben explotarlas de la forma adecuada. Por ello, es necesario, como señala NXTLVL, una innovadora startup educativa, "desarrollar habilidades universales que serán fundamentales para su vida profesional y social sea cual sea el futuro".
Método de aprendizaje a través de sofisticados juegos
NXTLVL, fundada por pioneros de la educación del MIT, Harvard y la UCL, propone una experiencia de aprendizaje extraescolar online que ayuda a niños de 8 a 14 años. Ha desarrollado su método educativo a través de sofisticados juegos de aprendizaje. Los niños participan en sesiones semanales de formación de una hora de duración y juntos desarrollan y practican habilidades fundamentales para su futuro en escenarios del mundo real, siempre coordinados por facilitadores y expertos en educación que han identificado cuatro habilidades esenciales para que los niños estén preparados para un mundo que cambia exponencialmente.
Resolver problemas complejos
Esta habilidad se refiere más al proceso que a la solución concreta aplicada en cada caso. Los niños son capaces de identificar el problema y descomponerlo en sus parámetros clave para comprenderlo plenamente, utilizando el pensamiento principal para cada problema y de forma separada. Una vez identificado el resultado deseado, tienen en cuenta sus conocimientos de experiencias anteriores y piensan de forma crítica y creativa a la hora de elaborar un plan, antes de ponerlo en práctica.
Tomar decisiones inteligentes
La toma de decisiones inteligentes implica, en primer lugar, autoconciencia y autoeficacia en el propio proceso de pensamiento y capacidad para llegar a una decisión con un razonamiento. Sólo entonces los niños pueden aplicar una sólida comprensión de los diferentes modelos mentales, así como el entendimiento del orden superior de cuándo, cómo y por qué utilizar determinados modelos mentales. Los niños aprenden cómo pensar, no qué pensar. El pensamiento crítico es clave, así como la capacidad de reflexionar sobre su decisión y utilizar esta información para ampliar su aprendizaje: la próxima vez, esta experiencia será un conocimiento que los niños podrán aprovechar.
Colaborar en la incertidumbre
La incertidumbre puede resultar incómoda, incluso provocar cierta ansiedad, pero es un hecho inevitable y a menudo positivamente sorprendente de la vida. Aprender a lidiar con la incertidumbre requiere el valor de enfrentarse a lo desconocido, así como la resiliencia de mantener una perspectiva curiosa: aquí es donde "me preocupa el futuro" se convierte en "me pregunto por el futuro". Esta faceta de la condición humana está entrelazada con el hecho de que los seres humanos somos sociales por naturaleza: las relaciones y la imprevisibilidad de la vida (y por tanto la emoción de encontrar un propósito y tratar de seguirlo), es uno de los factores de nuestra condición que nos da sentido. Aprovechar el valor de entablar relaciones y reconocer el valor añadido de otros compañeros para alcanzar un objetivo común, exige desarrollar toda una serie de habilidades sociales y emocionales. Dichas habilidades son la comunicación, el liderazgo, la colaboración y la autoconciencia, así como una profunda comprensión de cómo utilizar estas habilidades y modelos mentales de forma productiva y ética, para prosperar.
Apropiación de los resultados
Esta habilidad es polifacética: para que un niño se apropie del resultado de sus acciones, también necesita apropiarse del proceso. Esto implica creer en uno mismo y en su coordinación de procesos de pensamiento de orden superior, así como la capacidad de reflexionar, aprender y crecer de verdad: reconociendo, comprendiendo y aceptando tanto los éxitos como los fracasos. Los niños aprenden a apropiarse de sus resultados aprendiendo a identificar un objetivo, a planificarlo basándose en la comprensión de las habilidades y los modelos mentales, a poner en práctica este plan al tiempo que lo supervisan y adaptan según sea necesario y, por último, a evaluar en qué medida el resultado cumple su objetivo.
La resiliencia consiste en comprender que cada resultado es una oportunidad única para aprender del proceso: si han tenido éxito, ¿por qué? y si han fracasado, ¿qué ha hecho que el resultado sea diferente del esperado? Y lo que es más importante, ¿qué aprenderá el niño y cómo mejorará su capacidad de reflexionar sobre el proceso en su conjunto?