El diseño de las interfaces Humano.Robot, la forma en que las personas interactuamos, por todo tipo de medios (visual, acústico, táctil...) con entes artificiales físicos, especialmente aquellos con aspecto humanoide, es un tema difícil y multidisciplinar que incluye, por supuesto, elementos técnicos avanzados que involucran con frecuencia algoritmos de inteligencia artificial, pero también consideraciones psicológicas, sociológicas, etc. Esa visión tan multidisciplinar convierte a esta labor en interesanísima pero también en muy compleja.
Aunque no hay recetas cerradas, sí existen algunos patrones u algunos principios básicos para el diseño de esas interacciones Humano-Robot. En el libro 'Human-Robot Interacion. An Introduction.' de Christoph Bartnek, Tony Belpaeme, Firedrike Eyssel, Takayudi Kanda, Merel Keijsers y Selma Sabanovic se identifican, en concreto, cuatro principios de diseño a tener en cuenta, cuatro principios muy generales, pero interesantes y clarificadores:
- Correspondencia entre forma y función: Tiene que ver con las expectativas que tenemos para los robots en función de su forma, como mencionábamos en el artículo '¿Qué esperamos de los robots?'. Si un robot tiene forma humanoide, esperaremos un comportamiento próximo al humano, si tiene ojos esperamos que vea y si habla esperamos que también entienda. En el diseño del robot conviene tener esto en cuenta y darle una forma que se corresponda con lo que realmente hace, sin generar expectativas subrepticias adicionales.
- Promete poco y entrega mucho ('Ùnderpromise and overdeliver'): Muy relacionado con el punto anterior y el tema de las expectativas, conviene no generar en los usuarios o personas que interaccionan con el robot unas expectativas altas porque el fallo para satisfacerlas afecta negativamente a la relación con el robot. Es mejor mantener unas expectativas moderadas y, en todo caso, sorprender positivamente a los usuarios con sus capacidades. Se trata este principio de una idea que podría aplicarse mucho más allá del diseño interfaces humano-robot. Un principio que, por desgracia, muchas veces se aplica casi a la inversa, creando unas expectativas exageradas que luego no es posible satisfacer.
- La interacción expande la función: Se trata de un principio muy curioso. Nos indica que las personas tendemos a llenar de alguna forma las carencias que pueda tener el robot en su relación, aplicando para ello los valores, creencias y necesidades de la persona. El principio aconseja tener esto en cuenta para, de alguna forma, diseñar el robot de una modo abierto, especialmente en el caso de robots con capacidades reducidas y pone como ejemplo el robot Paro (un robot con forma de bebé foca en que su forma de animal parecido a una mascota hace que se relacione bien con humanos pese a tener unas capacidades reales bastante limitadas).
- No mezclar metáforas: De alguna forma pide ser consistente en la metáfora que supone el propio diseño incluso físico del robot. Así, se nos dice que si es humanoide, mejor mantener la forma humana completamente y no que tenga aspectos humanos, por ejemplo la cara, y el resto que sea tipo máquina. O, también que si se usa un robot para enseñar matemáticas a adultos, resultaría extraño que el robot tuviera la forma de un animal. Esas inconsistencias tienden a generar rechazo.
Como se ve, se trata de unos principios de diseño generales, que quizá no dan recetas del todo concretas, pero que son una buena guía. Además, ya nos hacen ver las particularidades de este tipo de diseños donde juegan un papel muy relevante la psicología y expectativas de las personas y cómo esa afecta a la relación con los robots.
Un tema, sin duda, interesantísimo.