La fibra saludable se encuentra solo en los vegetales de una alimentación mediterránea, no se absorbe, pero facilita el tránsito intestinal. Lo recomendable es tomar 25 gramos diarios para prevenir ciertas enfermedades producidas por un tránsito inadecuado. La lignina se presenta en los tallos de la lechuga, las acelgas y otras verduras, así como el arroz y las legumbres. Este tipo de fibras insolubles, no se absorbe y es escasamente atacada por la microflora del colon, lo que evita la fermentación y los gases. Tiene una función que le permite ligarse a los ácidos biliares y al colesterol, lo que disminuye la absorción de estos componentes en el intestino delgado y por tanto su paso al torrente sanguíneo.
La celulosa que es la fibra más conocida, son fibras insolubles en agua y forma parte de las paredes de las células vegetales. La encontramos en los cereales integrales y en las verduras como las judías verdes, las espinacas, la alcachofa y los guisantes. Su efecto es que ayuda a desprender los desechos adheridos a la mucosa, facilita las deposiciones y disminuye el tiempo de transito de las heces. Los mucilagos que la encontramos en algas, higos, cereales integrales, lino, ocra y zaragatona. Son fibras solubles que se hincha con el agua. Esta fibra al combinarse con los ácidos biliares tiene acción hipocolesterolemiante, así como propiedades antiinflamatorias y emolientes de la mucosa tanto digestiva como respiratoria. La pectina que es la fibra que se encuentra en algunas frutas y verduras que consumimos normalmente en una dieta mediterránea (sobre todo en la manzana), estas son fibras solubles que los microorganismos intestinales fermentan, por lo que el volumen de la masa fecal aumenta. Elimina los jugos segregados por el hígado y la vesícula durante la digestión, por lo que se evita el aumento del colesterol.