Panamá, la Cumbre de las Américas, fue el escenario de la foto histórica.
Obama y Castro (Raúl), sentados delante de una escasa escenografía con una mesita con flores. Juntos. A sus costados, las traductoras. Frente a ellos, un grupo de periodistas acreditados aguarda la palabra, una frase que corte como un cuchillo el aire denso de los que esperan, sabiéndose testigos de un momento histórico.
“Estoy de acuerdo con todo lo que Obama acaba de decir”, sentencia Castro.
Raúl Castro y Barack Obama en la conferencia de prensa de la Cumbre de las Américas. Panamá.
Más de 50 años de enfrentamientos, de luchas anti-imperialistas, de secretos de espías, de la CIA, de la Revolución, del fin de las relaciones bilaterales, Bahía de Cochinos, la URSS, Reagan, el embargo, las cartillas de racionamiento, el Che Guevara, Gorbachov. Todo englobado en una nebulosa que dos países están dispuestos a dejar de lado para avanzar al Siglo XXI.
Es que en cuatro meses hubo más avances en la relación que en el último medio siglo. Un acto simbólico que cierra un capítulo de la historia que, por más que Putin o Kim Jong-Un insistan, marca el cambio de siglo y la caída del uno de los últimos bastiones de la Guerra Fría, quizás el más significativo.
Cuba decidió negociar para encontrar un poco de oxígeno financiero, por su alta dependencia de las remesas, su economía en baja y la crisis en Venezuela, su “salvavidas” hasta el momento. Obama está escribiendo lo que los libros de historia van a decir de él cuando terminen los ocho años de mandato.
Las negociaciones son largas y difíciles. Quedan por tratar temas que pueden ser bastante espinosos.
Cuba exige la eliminación del bloqueo comercial y financiero, si es necesario incluso a través de un decreto presidencial, y la remoción del país de la lista de patrocinadores del terrorismo en la que se la agregó durante la presidencia de Ronald Reagan.
Estados Unidos buscará que se respete una agenda de Derechos Humanos que le haría ganar credibilidad frente a los principales detractores del deshielo, que lo acusan de ayudar a que se perpetúe el régimen en la isla.
Pero la sociedad no entiende sobre los ritmos de la política, y ya hay signos de un mayor intercambio entre cubanos y estadounidenses. Después del anuncio histórico el 17 de diciembre de 2014, se anunció una suba en los montos y el número de remesas recibidas desde el extranjero, que benefician a un 34% de los cubanos. Sólo en enero, apenas días después del anuncio, el número de visitantes en La Habana aumentó 16%. Los turistas se apuraron a entrar en la isla antes de que lo hagan Mc Donalds o Starbucks. Eso sin mencionar las pequeñas iniciativas privadas con las que sueñan algunos cubanos de cara al futuro.
Entonces, si el deshielo es una realidad política y social, ¿por qué Maduro junta 10 millones de firmas contra Obama y Evo Morales, Rafael Correa y Cristina Fernández de Kirchner insisten en criticar a EE. UU. en sus discursos?
EVO MORALES: Hermano Nicolás, hermanos del pueblo, he venido a firmar contra el decreto Obama. Somos la Patria Grande pic.twitter.com/RKJyzPNtY1
— Teresa Maniglia (@tmaniglia) April 10, 2015
El presidente Maduro juntó 10 millones de firmas para la eliminación del decreto que acusa a Venezuela de “amenaza” para Estados Unidos, después de que Washington impusiera sanciones a Caracas por violaciones a los Derechos Humanos (después del encarcelamiento de varios opositores).
De cara a la Cumbre, Barack Obama le bajó el tono a la discusión y dijo que “Venezuela no es una amenaza para Estados Unidos”. Pero el bolivariano insistió.
“Los problemas que tengamos en Venezuela, son nuestros problemas”, dijo Nicolás Maduro en Panamá. “Yo me encabrono cuándo hablan de Venezuela, yo no hablo de ningún país”.
“Le extiendo mi mano al presidente Obama”, dijo -menos mal-. Sin embargo, también aclaró que “no le tenía confianza” al estadounidense. Además destacó valores como el “anti-imperialismo” y la no injerencia de otros países en su política nacional.
Evo Morales adhirió y dijo que el decreto no se trataba sólo de “una agresión contra Venezuela, sino contra toda América Latina”. Por su lado, Rafael Correa insistió con que “en el continente continúa el intervencionismo ilegal”.
Cristina Fernádez de Kirchner también respaldó al venezolano y dijo que el calificativo de “amenaza” le parecía “ridículo”.
Pero Obama no escuchó el mensaje. Mientras Maduro y Kirchner criticaban la política exterior estadounidense, el presidente norteamericano abandonaba la sala para llevar una serie de encuentros bilaterales.
Toda una metáfora.
La Guerra Fría terminó. El muro ya cayó y las relaciones bilaterales Cuba-EEUU son una realidad. Pero algunos insisten. ¿Será que el discurso del Siglo XX sirve para distraerse un poco de los problemas del Siglo XXI, como el narcotráfico o la inflación?