Hay cosas que no tienen defensa posible. Al menos para los que creemos en los derechos humanos. Por ejemplo, la pena de muerte que todavía existe en muchos países, incluso en el que se considera el país “numberone” del mundo: USA.
Matar es un acto final, irreversible y el más cruel. Hacerlo o permitirlo desde el Estado, sea en las condiciones que sean, es de una bajeza criminal única.
Algo inconcebible hoy en día es que un país esté en contra de uno de los derechos humanos fundamentales, cual es la libertad de expresión. Encarcelar a personas, por el mero hecho de pensar de forma diferente al gobierno y manifestarlo, es de una condena incontestable. Cualquiera de nosotros, yo mismo, con este artículo, terminaría con mis huesos en las frías cárceles de Cuba. Los que hemos vivido situaciones antidemocráticas sabemos de qué hablamos.

En Cuba hay presos políticos, y además se les deja morir. Un preso político es un ejemplo desgraciado que sirve de paradigma a las dictaduras, que con la represión pretende callar las voces disidentes. Es una absoluta vergüenza que me llega como si me clavaran un estilete.
No es posible dejar de condenar una muerte como la de Orlando Zapata Tamayo, preso político condenado a treinta años de cárcel en Cuba, por pensar diferente y hacerlo público. No era un terrorista, no era un delincuente. Era una víctima de la represión. Tenía 42 años. Llevaba 85 días en huelga de hambre por el trato que recibía de sus guardianes, palizas, insultos, vejaciones. Cobardes sin escrúpulos que siguiendo la doctrina del régimen, el pensamiento único, cometen todas las tropelías contra gente como Orlando Zapata, contra gente cuyo único activo contra la dictadura era su palabra.
El Estado cubano no hizo nada por evitarlo, ni tan siquiera envió al hospital hasta hace unos días a Orlando, cuando ya no tenía remedio e iba a morir miserablemente.
El Estado Cubano es criminal, es responsable de la muerte de este ciudadano. Primero, por tener presos de conciencia, segundo por no cuidar de ellos mientras están en la cárcel y permitir que se les veje, y tercero por permitir que mueran pudiendo evitarlo.
Cuba vive un bloqueo criminal e injusto de los Estados Unidos, que penaliza al pueblo cubano, y no a su gobierno. Es verdad que las insinuaciones que hizo Obama sobre la finalización del bloqueo ha quedado en aguas de borrajas, pero Cuba debe cambiar, debe dar pasos hacia un Estado donde se respeten los derechos humanos, donde no haya presos de conciencia, donde la gente se pueda expresar libremente, donde haya elecciones democráticas. Porque no es posible mantener por más tiempo esta situación.
Y no valen paños calientes, si desde la izquierda no criticamos estos crímenes, nos haremos cómplices de esos desalmados, de ese régimen castrista que se mantiene bajo el terror y el pensamiento único.
Salud y República
