Revista Sociedad

Cuba: La crítica social en TV: ¿interpretación o adjetivo?

Publicado el 29 junio 2013 por Rosabaez @LaPolillaCubana

Por Alejandro Ulloa

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El periodismo en Cuba vive hoy tiempos de cambio. Sin embargo, el ejercicio periodístico de los medios no lograr satisfacer las necesidades informativas de una sociedad en transformación que, a su vez, demanda mayor cantidad y calidad de los contenidos en la prensa.

Uno de los más grandes vacíos que afecta al periodismo nacional es la falta de análisis en la “crítica” ejercida por los diferentes medios, sobre todo, en la televisión.

Nuestro Apóstol decía con respecto a la prensa: “No es el oficio de la prensa periódica informar ligera y frívolamente sobre los hechos que acaecen o sincerarlos con mayor suma de afectos o adhesión. Toca a la prensa encaminar, explicar, enseñar, guiar, trabajar. Tiene la prensa periódica altísimas misiones: es la una explicar en la paz y en la lucha fortalecer y aconsejar: es la otra hacer estudio de las graves necesidades del país, fundar sus mejoras y facilitar la obra de la administración que rige”.

En nuestra búsqueda de opiniones al respecto, el periodista y profesor Raúl Garcés Corra, además presentador de la Mesa Redonda de Telesur, conversó con En Vivo.
- ¿Qué es la crítica en un medio de prensa?
- Lo primero es decirte que yo no soy un “crítico”, soy profesor de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana; pero creo que criticar lleva un especial análisis, porque una cosa es criticar desde el sentido común, o desde la condición de ciudadano, y otra cosa es valerse de un sistema de categorías, de herramientas conceptuales que permitan desmontar un hecho, ya sea artístico, social, político, etc., e interpretarlo sobre esa base.

Ejercer la crítica es darle herramientas a los receptores para que descubran con ellas una arquitectura, un andamiaje que les permita ir ejerciendo la crítica progresivamente y convertirse en receptores críticos, activos, que renuncien a una visión pasiva de la realidad. Lo otro es propaganda. Uno puede decir que algo es malo, no sirve para nada, es funesto, pero eso es atribuirle adjetivos a la situación, no significa ejercer la crítica.
- ¿Podemos hablar entonces de que la crítica es una interpretación de la realidad?
- Sí. Creo que la crítica es una interpretación serena. El crítico no puede ser una persona que le haga muchas concesiones a la emoción, o a un determinado estado de ánimo que prejuicie sus criterios. Una condición esencial es la serenidad, la objetividad… y sabemos que la objetividad no existe, pero por lo menos hay que proponerse el contraste de diferentes visiones, diferentes fuentes en torno al hecho.

Y tiene que ver con el arte de ver las cosas desde la inteligencia, desde una apropiación cultural y de sentidos compartidos con los receptores que les permitan construir, incluso, si es posible colectivamente una visión sobre un hecho determinado.

Rufo Caballero tiene un artículo en El Caimán Barbudo el cual siempre cito, dice que “la crítica tiene tres niveles: un primer nivel referativo, donde uno tiende a encuadrar el hecho que va a criticar; un segundo interpretativo, donde el crítico se vale de determinadas herramientas y conceptos que le permitan desmontar el hecho criticado o criticable; y un tercer nivel de evaluación. Y en el mismo artículo, Rufo plantea que nuestra crítica adolece mucho de ir de un nivel referativo a uno evaluativo, sin pasar por el interpretativo, y entonces deja al público desprovisto de ese sistema de categorías que le permita entender, a partir de la mirada compartida con el crítico, esa realidad.
- En un artículo publicado en el sitio digital CubAhora, llamado “La prensa cubana, en la encrucijada”, usted valoraba: “Probablemente nunca como ahora se impone la discusión en torno a qué tipo de prensa debiera acompañar ese proceso y cómo generar una comunicación a la altura y la complejidad de esta época. Si no entendemos la necesidad de ajustar las competencias, prácticas y modos de gestión de nuestra prensa a las demandas del cambio cultural actual, corremos el riesgo de perder credibilidad frente a las audiencias y retrasar no solo el desarrollo profesional del campo periodístico, sino el de toda la sociedad”. ¿Cómo ve el contexto del periodismo cubano actual?
- El modelo de la prensa cubana está en crisis, y entiendo esta del modo chino citado por ahí: como una amenaza y una oportunidad. Una crisis que lleva a una necesidad de cambio constituye una oportunidad, porque este país tiene los recursos humanos y la capacitación suficientes para dar un salto cualitativo en el periodismo.

La actualización del modelo económico tiene que ir acompañada, y de hecho está siendo acompañada, por otras actualizaciones que tienen que ver con los cambios en la sociedad. Si no seríamos profundamente antimarxistas.

Cuba: La crítica social en TV: ¿interpretación o adjetivo?
Esos cambios económicos –que pueden ser el centro de las transformaciones- generan nuevas subjetividades –porque los hombres piensan como viven– y el dueño de una paladar no piensa necesariamente como el conductor de una Mesa Redonda de Telesur: hay diferentes formas de apropiación de la realidad. Y esas nuevas subjetividades también van a requerir, necesariamente, una prensa diferente, que asuma la responsabilidad de socializar, ser vehículo de expresión de esas subjetividades.

La prensa debe darle más voces a la gente, no necesariamente a las fuentes conocidas por todos, sino a la gente de la calle, al cuentapropista, al tipo que le hace al cuentapropista el cartelito sin ningún criterio de diseño y afea la ciudad. O lo hace o va a perder más credibilidad. Aunque la gente sabe que nuestra prensa no miente, y sí se queda trunca en su propósito de decir todas las verdades –la verdad es una conjugación de muchas verdades. Creo que la prensa debe tener un papel más protagónico en la construcción de esa verdad nacional.
- En la televisión, ¿cómo ve la crítica social?
- Peor que en ningún otro medio. No solo por la importancia de la imagen para comunicar, sino porque un error en televisión es un error para todos los tiempos, lo ve todo el mundo, lo critica, demoniza y pide cuentas.
- ¿Por qué cree que sea así?
- Deviene un fenómeno global, no solo de Cuba. El medio más censurado en los Estados Unidos es la televisión. No creas que las cosas dichas en la National Public Radio (organización mediática independiente y pública sin fines de lucro de EE.UU.) que tiene un montón de televisoras comunitarias, o el sitio Demoracy Now, de Amy Goodman, es lo planteado en NBC, o en CBS, o en CNN, profundamente sometidas a determinados esquemas editoriales en amplias relaciones con intereses políticos, económicos y de otros tipos.

Pero nosotros tenemos la responsabilidad de hacer una prensa liberadora. El hecho que la televisión norteamericana sea censuradora no es argumento para que la nuestra lo sea. La televisión tiene que parecerse, igual que los demás medios, a la vida, a la creciente diversidad de este país.

Yo me pregunto lo mismo que todo el mundo: ¿por qué el único espacio de opinión que tiene la televisión es la Mesa Redonda? La Mesa Redonda tiene un encuadre bien definido a la hora de hacer periodismo de opinión, algunos lo critican más, otros menos, unos temas se tratan mejor, otros no tan bien… bueno, ¿y por qué no hay otro espacio de opinión?, ¿alguien lo prohíbe?

Depende también de romper determinadas inercias en las cuales deben involucrarse los directores, realizadores, cuadros de dirección. Todo eso implica asumir riesgos, pero asumirlos es una tarea de los directores, del cuadro de dirección, que no están para ser poleas transmisoras de lo dicho por otros, están para arriesgarse en pos de conducir procesos comunicativos que respondan a procesos históricos.
- Para ese cambio, ¿sería necesario reconfigurar las rutinas productivas de los medios?
- Se dice fácil. Generar una nueva rutina productiva no implica meterle a toda la gente de la TV el bichito de la nueva rutina productiva y convertirlos genéticamente en personas preparadas. Porque quienes trabajan en la TV son las consecuencias de la sociedad donde viven, pertenecen al sistema de relaciones sociales en las cuales la TV está inserta.
- ¿Cómo pudiera hacerse ese cambio que redunde en mejores contenidos, en un ejercicio realmente crítico, interpretativo de la realidad cubana?
- Bueno, no soy Nostradamus. Pero depende de muchas cosas: de la capacitación de los recursos humanos, del nivel de libertad y autonomía que tengan los cuadros para llevar adelante los proyectos, que tengan creatividad y estén preparados culturalmente para llevar adelante ese cambio y no fracasar, que sean capaces de generar colectivos de trabajo con capacidad creativa, con voluntad para tener en cuenta ese cambio.

Depende de que las audiencias se comprometan mucho más con la gestación de esa programación televisiva y se tenga en cuenta cada vez más el criterio de la opinión pública, no cuantitativamente sino desde las causas, lo cualitativo. También diseñar programas informativos conectados cada vez más con los intereses de las audiencias.

La TV tiene que buscar mecanismos empresariales que le permitan generar grupos creativos. La vanguardia informativa debe formar parte de grupos creativos. A esa gente, en el contexto actual, donde no se le puede pagar salarios millonarios a nadie, su trabajo creador debe serle remunerado de una manera justa.

Y hay que tratar de ir construyendo generaciones de guionistas, realizadores, periodistas que generacionalmente sean capaces de producir un cambio. Si tú tienes una prensa brillante en un contexto donde no puede hacer nada, llega a la conclusión de que tiene que dedicarse a otra cosa y no a poner su talento en función de un cauce institucional.

Las instituciones culturales como el ICRT necesitan buscar los modos productivos, creativos de facilitarle a los creadores que se dediquen a crear y encuentren en esos modos la manera de realizar sus proyectos personales y profesionales y puedan seguir cambiando las cosas.

Publicado originalmente en En Vivo

Y replicado en La Esquina de Lilith y Cuba Periodistas


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