Hasta el día de hoy, la Bodeguita del Medio sigue desplegando con orgullo la nota manuscrita en la que Ernest Hemingway inmortalizó su fama como bar imprescindible de La Habana. “Mi mojito en La Bodeguita, mi daiquiri en la Floridita”, reza el mensaje reverenciado en un local que afirma haber alumbrado uno de los referentes etílicos de Cuba.
Mojitos listos para la reapertura de la embajada cubana en Washington / REUTERS
A 1.800 kilómetros de La Habana, los mojitos también siguen haciendo su magia, sobre todo si se vuelven a combinar con el nobel. Lo pudieron comprobar el medio millar de invitados este lunes a celebrar la reapertura de la embajada cubana en Washington en el día en que Estados Unidos y Cuba restablecieron las relaciones diplomáticas interrumpidas pocos meses antes de la muerte del escritor estadounidense enamorado de la isla caribeña, en 1961.
Tras la barra del Ernest Hemingway, el pequeño pero resultón bar instalado en una de las salas de la embajada cubana hace casi cuatro años para amenizar los encuentros a puerta cerrada con politólogos y activistas, los camareros no paraban de sacar mojitos. Una receta algo rebajada de alcohol en esta ocasión, conscientes quizás los organizadores de que el momento previsto para el brindis, las 11 de la mañana, no era apto para grandes libaciones salvo, quizás, que uno sea un escritor laureado que decidía beber “para que la gente le pareciera más interesante”.
Invitados en el ‘Ernerst Hemingway’, el lunes. / GETTY IMAGES
No hizo falta aumentar el interés en esta jornada ni pareció tampoco importar la rebajada dosis de ron. La bebida fue disfrutada tanto por los anfitriones, empezando por Bruno Rodríguez, el primer ministro de Relaciones Exteriores de Cuba que visita Washington en más de medio siglo, como por sus invitados estadounidenses. Entre ellos estaban el asesor del presidente Barack Obama Ben Rhodes, pieza clave de los 18 meses de negociaciones secretas que llevaron al anuncio conjunto de normalización de relaciones del 17 de diciembre, o la secretaria de Estado adjunta Roberta Jacobson. No muy lejos se paseaba, sonriente, Josefina Vidal, la jefa de la delegación cubana que negoció con Jacobson desde enero los términos para hacer posible la reapertura de embajadas este 20 de julio.
Disfrutaron de los mojitos los más reconocidos cubanólogos de Washington y visitantes asiduos de la ahora embajada como Wayne Smith. El veterano diplomático formó parte del personal que tuvo que abandonar abruptamente la embajada estadounidense en 1961 y que regresó a La Habana como jefe de delegación después de que el presidente Jimmy Carter acordara en 1977 con Fidel Castro abrir las legaciones como Sección de Intereses, rango con el que se mantuvieron hasta la medianoche del lunes. Cerca, entre la multitud de políticos, politólogos, artistas y activistas también disfrutaban del trago de ron miembros clave del Gobierno cubano de las últimas décadas como el expresidente del parlamento cubano Ricardo Alarcón.
La reapertura de embajadas “no es el fin de la historia, pero es muy importante”, valoró el veterano político del momento.
El senador republicano Jeff Flake fue seguramente uno de los pocos en declinar la oferta alcohólica. No por falta de ganas de celebrar -es uno de los más abiertos defensores del acercamiento hacia Cuba- sino porque, como mormón, se mantiene alejado de las bebidas alcohólicas, estén cargadas o no. Lo cual no le impidió disfrutar un momento “maravilloso” y manifestar su esperanza de que pronto haya mucho más que celebrar, si el Congreso avanza la propuesta de ley que ha presentado para eliminar la prohibición de viajes a la isla que sigue rigiendo para los estadounidenses.
El actor Danny Glover, viejo simpatizante de La Habana, también abogó por una bebida no alcohólica, lo que tampoco le impidió celebrar por todo lo alto “un día muy especial” que constituye, dijo, “el principio de una nueva narrativa” entre los enemigos históricos. Glover fue uno de los que acudieron rápidamente a tomarse una foto con otra de las estrellas de la recepción, el cantautor cubano Silvio Rodríguez que, según admitió, seguía sin creerse el momento que estaba viviendo.
“Hubo un momento en que este enfrentamiento fue tan fuerte que muchos llegamos a pensar que no tenía remedio”, reconoció el trovador de la revolución cubana. “Una de las cosas más curiosas es darme cuenta de que sí tiene remedio y que ahora se puede empezar a trabajar en esa dirección”, agregó el autor de “Ojalá”, que no descartó componer otro tema legendario que inmortalice este episodio, “si las musas me visitan”.
Fuente: El Pais