La zafra azucarera 2020-2021 fue la de peores resultados en los últimos 120 años en Cuba, con una producción que apenas cumplió el 66 por ciento del plan previsto de 1.2 millones de toneladas.
Aunque los reportes sobre el informe presentado el pasado viernes ante el Consejo de Ministros no mencionan la cifra exacta de producción en la zafra recién concluida, el porcentaje indica que se lograron solo 792,000 toneladas, el resultado más bajo después de la temporada de 1901, cuando se alcanzaron 655,186 toneladas.
En 1902, el año del nacimiento de la república independiente, el país llegó a producir 876,027 toneladas y logró luego estabilizar la fabricación de azúcar por encima del millón de toneladas en los años siguientes. Solo la producción de 1905 se registra inferior en más de un siglo de zafras azucareras en Cuba, con 995,373 toneladas.
De acuerdo con los registros históricos de las campañas azucareras en Cuba, el país consiguió producir más de millón de toneladas en las zafras de 1892 y 1894, un ritmo que se paralizó debido a la guerra de independencia iniciada en 1895, con grandes afectaciones para los cultivos de caña.
Pero incluso en la zafra de 1895, ya en la escalada de la guerra independentista en el oriente del país, los centrales cubanos llegaron a producir 983,265 toneladas, muchas más que las conseguidas bajo el régimen socialista en 2021.
Los reportes de la prensa oficial sobre las conclusiones de la zafra azucarera en el Consejo de Ministros, presidido por el gobernante Miguel Díaz-Canel, se refirieron a los “números rojos” de la producción y al magro porcentaje de cumplimiento del plan, pero sin mencionar la cifra de toneladas conseguidas.
En la presentación del informe, el presidente del Grupo Azucarero AZCUBA, Julio García Pérez, dijo que la zafra 2020-2021 fue “una de las peores en la historia de Cuba”, y mencionó entre las causas del bajo rendimiento “un alto tiempo perdido en la cosecha y el transporte” y deficiencias organizativas y de dirección en los colectivos de corte.
García Pérez enumeró también problemas con equipos rotos por varias horas y “baja calidad de la materia prima entrada a la fábrica, que no logró los índices de madurez esperados”.
La debacle de la producción azucarera condicionó que, tras un análisis de los resultados, el Consejo de Ministros aprobara la creación de un grupo de trabajo que evaluará integralmente la situación de la zafra azucarera, la industria y las tierras dedicadas al cultivo de la caña, así como la producción de azúcar y sus derivados en el país.
El primer ministro Manuel Marrero Cruz dijo que según los resultados de la evaluación, “se adoptarán las medidas que correspondan para garantizar en un futuro la vitalidad de estas actividades, que tanto han significado en lo económico y en la historia de Cuba”.
Díaz-Canel llegó incluso a afirmar que “era imprescindible cambiar la manera en que se ha hecho la zafra hasta el momento e incorporarle otra forma de pensamiento” si se quieren lograr los resultados que necesita el país.
Pero la ecuación es muy sencilla. De los 156 centrales azucareros con que Cuba contaba en 1959, únicamente quedan operativos 56, de los que solo 38 molieron en la pasada zafra y 12 se incorporaron tarde a la contienda.
La reducción de la capacidad industrial es resultado del plan concebido por Fidel Castro en 2002, cuando ordenó desmantelar 120 de los 165 que estaban en funcionamiento por entonces.
El descenso productivo se hizo ostensible en los siguientes años, con zafras que dejaron menos de tres millones de toneladas desde 2003. Durante los últimos cinco años la producción de azúcar promedió apenas 1.3 millones de toneladas.
El panorama no puede ser más desolador para el actual año, cuando el país enfrenta serios problemas de liquidez, caída sustancial de sus ingresos por vía del turismo y los servicios profesionales en el exterior, y los efectos de una pandemia en espiral que marca récords de contagios y muertes a lo largo de la isla.
La producción de azúcar de la zafra 2021 implicará esfuerzos financieros adicionales. Cuba consume entre 600,000 y 700,000 toneladas de azúcar anualmente, y tiene además comprometidas otras 400,000 toneladas en un acuerdo comercial con China.
Regularmente, el sobrante se comercializaba en el mercado abierto, pero las cuentas no dan ahora para ello. Como viene sucediendo en años recientes, la otrora “Azucarera del Mundo” tendrá que desembolsar de sus exiguas finanzas para importar un volumen del producto de Francia o Colombia, para garantizar la demanda nacional y el abastecimiento de turismo.
Y los índices económicos que debatió el gobierno en la reunión de su gabinete la pasada semana resultan preocupantes.
La economía cubana se contrajo en un 10,9% en 2020 y durante el primer semestre del presente año la reducción es de un 2%.
El ministro de Economía y Planificación, Alejandro Gil Fernández, mencionó también “los altos gastos en que el país ha tenido que incurrir en este período para importar alimentos y combustibles”, y reveló que como resultado de las sanciones de Estados Unidos la inversión extranjera en el país se ha reducido con relación a 2020.
De cualquier manera, el gobierno está urgido de acometer gastos para paliar la caída en la producción de alimentos, que no consigue cumplir siquiera el plan de surtidos de la canasta básica en productos como arroz, frijoles, carne de cerdo y leche, según Gil Fernández.
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