Fidel Alejandro Castro Ruz (1926-2016) ha muerto este 25 de noviembre en La Habana, Cuba. Hace más de diez años el líder de la “Revolución cubana” dejó el poder tras más de cincuenta y su hermano Raúl Castro, quien dio la noticia anoche en la Televisión Nacional, lleva desde 2006 siendo presidente de esta país caribeño. Hoy las redes sociales se hacen eco de detractores y simpatizantes que se ensalzan en la trascendencia para bien o para mal del hombre que dijo en 1953: “La Historia me absolverá”.
Fidel Castro Ruz murió a las 10:29 del 25 de noviembre de 2016.
Ante esta significativa ausencia en Cuba, se me ocurren algunas preguntas:
¿Cuba tendrá una transición democrática?
De momento no.
En 2002 la Constitución cubana pasó a plasmar tras un referéndum popular el carácter socialista irrevocable del sistema político de este país. La legitimidad de esta votación es cuestionable, los cubanos sabemos que los índices de asistencia a cualquier “elección” en Cuba pasa por “la obligatoriedad de ir”, si no se pueden tomar acciones contra los ausentes en los centros de trabajo y estudio. En vigor desde 1976 la Constitución de la República de Cuba ha tenido solo dos reformas, una en 1992 tras la caída del Muro de Berlín para reforzar la “unidad nacional”, y otra en 2002 donde se declara:
“el carácter irrevocable del socialismo y del sistema político y social revolucionario por ella diseñado, así como que las relaciones económicas, diplomáticas y políticas con otro Estado no pueden ser negociadas bajo agresión, amenaza o coerción de una potencia extranjera”.
Si nos remitimos a la Constitución cubana, la democracia existe en Cuba bajo el adjetivo de “socialista” desde 1976. Entonces se declaró al Partido Comunista (PCC) como “la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista”. En Cuba no están permitidas otras formaciones políticas, ni fuerzas sindicales, salvo aquellas militantes con el Estado.
¿Qué pasará en los próximos años?
Raúl Castro prometió dejar el poder en 2018 y Miguel Díaz Canel, actual vicepresidente de Cuba, lo sucederá al mando del Gobierno. Entre las reformas llevadas a cabo por el hermano de Fidel Castro, a parte de las económicas, está la limitación en cargos públicos a 10 años consecutivos. En 2015 el menor de los Castro reiteraba su intención de dejar el cargo de presidente en 2018, pero agregaba que ya en Cuba se celebran elecciones ante quienes piden elecciones libres, con más partidos que el PCC.
En cuanto a la economía cubana, las reformas puestas en marcha desde 2012 no terminan de cuajar, si bien hay pequeños avances en cuanto a la propiedad privada, que -cosas del lenguaje “socialista”-, se llama cuentapropismo. El proyecto de la Zona de Desarrollo del Puerto de Mariel, impulsado por Brasil, termina sin encontrar los inversores necesarios para llevarlo adelante. La dualidad monetaria de Cuba continúa sin ver su fin, al menos ya se puede comprar en todas las tiendas en pesos cubanos (CUP) y en pesos libremente convertibles (CUC). Pero la realidad es que la inflación en Cuba es inmensa y quienes la visitamos -fui en mayo de 2016- no concebimos por qué es tan caro todo allá.
¿Cuál será el papel de la disidencia interna cubana?
La llamada disidencia cubana -gusanos y traidores para el Gobierno de los Castro- no es representativa en la realidad de Cuba, aunque los medios extranjeros den relevancia a figuras como Yoani Sánchez y otros muchos. Ciertamente en este país no hay una oposición real, no manchada por las donaciones y ayudas del extranjero, que en la mentalidad del pueblo cubano los ven como “unos vividores”.
Esa manera de ver a los disidentes sin dudas está influenciada por los medios en Cuba, controlados por el Estado. La escasa penetración de Internet en la isla no hace posible llegar mensajes contrarios o diferentes a la versión oficial. La implementación de puntos Wi-Fi a lo largo del país e incluso el llamado paquete semanal -una especie de intercambio de archivos clandestinos-, han abierto nuevos espacios para el debate entre los cubanos, pero son pocos los que se arriesgan a “entrar al trapo” porque pueden perder sus puestos de trabajo. Las detenciones constantes de disidentes e incluso de periodistas independientes, no declarados contrarios al Gobierno comunista, hacen temer que tras el 17 de diciembre de 2014 no ha cambiado Cuba.
¿Qué pasará entre La Habana y Washington?
Según los analistas el acercamiento entre Cuba y Estados Unidos puede ser paralizado -o retroceder- con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca en enero de 2017. El republicano ha insistido en sus mitines como candidato del Partido Republicano en la Florida que exigirá más cambios al Gobierno de Raúl Castro, no obstante en los primeros cien días de su presidencia no ha incluido ninguna acción contra el 17-D. La muerte de Fidel puede servir de comodín a Trump para exigir más cambios en la isla. El embargo económico contra Cuba sigue siendo un impedimento, recalcado una y otra vez por los representantes cubanos, para la total normalización de relaciones entre ambos países. El fin del embargo, sería el fin de una de las justificaciones constante en Cuba: “la culpa es del bloqueo”.
Revolución es cambiar todo lo que debe ser cambiado
¿Fidel Castro cumplió con sus promesas?
En el alegato de defensa tras el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes en Santiago de Cuba, un joven Fidel hablaba de los seis problemas que tenía Cuba en 1953:
- El problema de la tierra
- El problema de la industrialización
- El problema de la vivienda
- El problema del desempleo
- El problema de la educación
- El problema de la salud.
La salud y la educación han sido la bandera de la Revolución cubana desde hace muchos años: la gratuidad del sistema sanitario -no exclusiva de Cuba, aunque dentro nos hicieran creer que es el único país del mundo así- y que hasta el Doctorado sea gratis en Cuba, validan que en esos aspectos Castro cumplió. En 2015 la Organización Mundial de la Salud reconocía a este país como el primero en eliminar la transmisión del VIH de madres a hijos. La educación cubana ha recibido numerosos elogios de organismos internacionales, de hecho Cuba fue el primer país de América Latina en erradicar el analfabetismo, pero después de la crisis económica de los años 90 la calidad no es la misma.
Si en un primer momento la Reforma agraria fue crucial para la Revolución cubana, actualmente el campo en Cuba ha pasado por intentos de activar la productividad de los mismos, pero ha sido en vano. La industria azucarera, que durante años fue puntera, está prácticamente desmantelada. Cuba exporta la mayoría de la comida, entre ellos el plato básico de los cubanos: arroz, que bien se podría cultivar en sus tierras. Al menos en el tema de la industrialización -para nada resuelta del todo en un país cuyo principal renglón económico en el turismo- el Gobierno aprendió de sus errores durante la época soviética y durante su acercamiento con Venezuela se ha invertido en la isla en sectores como la explotación petrolera.
La mayoría de los ciudadanos cubanos trabajan para el Estado y el resto -que está creciendo- para particulares, no obstante estos nuevos trabajos por cuenta propia no han sido suficiente para cubrir los empleos de todos los cubanos. Si bien hay una gran mayoría que trabaja en el mercado negro y cobra muchísimos más que una profesora, por poner solo un ejemplo, las últimas cifras oficiales conocidas la tasa de desempleo es solo del 4,3% en 2012. Pero ese mismo año el sindicalista cubano exiliado Joel Brito, del Grupo Internacional para la Responsabilidad Social Corporativa, dijo a Martí Noticias que “en realidad debe estar cerca del 20%, una de las más altas de América Latina”.
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