Norelys Morales Aguilera.─ Se observa con agrado que España y Cuba puedan recomponer sus relaciones, después de una etapa marcada por la llamada "posición común", que de la mano del ex presidente José María Aznar, llevó a su país a patrocinar en la Unión Europea la política de Estados Unidos, signada por presión, sanciones y agresividad contra la Isla.
Diferencias hay y habrá entre ambos gobiernos, pero el respeto a la diferencia es un camino enaltecedor, y lo evidencia la visita del canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, pues los lazos entre pueblos deben ser un Norte para los políticos. "No hace falta venir a España para confirmar que entre nuestros pueblos existen unos vínculos históricos", dijo el Ministro, tras considerar promisoria la coyuntura, según Prensa Latina.
Los españoles siempre han sido solidarios con Cuba, incluso en las circunstancias más complejas de nuestra economía y en momentos de aplicación intensa del bloqueo estadounidense, que aún persiste, aclaró el jefe de la diplomacia cubana, quien además, expresó gratitud por el apoyo de Madrid al proceso de diálogo político con la Unión Europea (UE) y al cese de las sanciones de Washington contra La Habana.
Rodríguez Parrilla fue recibido por el rey Felipe VI y el jefe del Gobierno Mariano Rajoy, gesto que fue reciprocado con la invitación oficial a ambos, para visitar Cuba a fin de profundizar en las relaciones bilaterales, que atraviesan un momento excelente, de acuerdo con las dos partes.
A cambio de tales resultados políticos y diplomáticos al recomponer las relaciones bilaterales, algunos desearían deslealtades de la Isla, pero la realidad siempre ha ido por otra parte, y lo prueba el caso venezolano. A una pregunta esta fue la respuesta del diplomático en la rueda de prensa junto a su homólogo español, Alfonso Dastis, celebrada en Madrid: "Todo el que quiera bien a Venezuela va a desear que los venezolanos encuentren a través del diálogo las mejores soluciones y decisiones a sus problemas sin intervención ni injerencia externas".
Es tiempo de una nueva moral en las relaciones internacionales, por encima de las relaciones de poder para transformarse en relaciones de respeto, indispensables para la convivencia humana.
Vale recordar los fundamentos de la política exterior de Cuba, de acuerdo con lo escrito por el presidente Raúl Castro: "la igualdad soberana, el arreglo de las controversias por medios pacíficos, abstenerse de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, la no intervención en los asuntos que son de la jurisdicción interna de los Estados, el fomento de relaciones de amistad entre las naciones basadas en el respeto al principio de la igualdad de derechos y al de la libre determinación de los pueblos, y la cooperación en la solución de problemas internacionales y en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos."
Tal vez este mundo convulso podría ser de otro modo, más esperanzador con solo ser consecuentes.