Todas las familias poseen un secreto que por nada en el mundo desearían que se hiciese público. Renate Costa, la directora de este fascinante documental, un apasionante híbrido que por momentos roza el docudrama, también tiene una familia que guarda celosamente un misterio, pero lo que ignoraba cuando comenzó a realizar este trabajo era que este secreto desbordaría la intimidad de la casa familiar hasta llegar a la cúspide del Estado.
Revista Cine
Paraguaya de origen, Renate Costa siempre pensó que su tío murió de tristeza. Intrigada por este fallecimiento tan poco habitual, decidió regresar al hogar familiar, que servía al mismo tiempo como taller de herrería de la familia, y preguntarle a su padre sobre el secreto familiar y el tema tabú que nadie abordaba jamás.Fascinada desde su infancia por la figura de este tío discreto y tímido, la directora comienza por descubrir que su tío apareció un día asesinado y desnudo en mitad del pasillo de su casa, sin que ningún vecino viese algo anormal o escuchara algún ruido o pelea. Toda la familia parece querer olvidar el suceso y los detalles extraños empiezan a acumularse, por ejemplo, el armario de su tío está completamente vacío y nadie admite o recuerda haberlo tocado.Paraguay sufrió de 1954 à 1989 una de las dictaduras más violentas de la mano de Alfredo Stroessner. En 1989 un golpe de estado le obliga a refugiarse en Brasil, donde vivirá hasta 2006 sin haber sido juzgado por sus crímenes. Gracias a la sutil mirada de la realizadora y a un laborioso trabajo de escritura, el film avanza en su investigación y a través de una historia personal acaba mostrando la maquinaria infernal de un Estado que impuso una ley del silencio que, aún hoy, pesa en muchos de sus ciudadanos. El vida del tío de Renate Costa llevaba un número asignado, el 108. Un número que se ha convertido en un insulto para algunos y en un orgullo para otros.Una dictadura nunca finaliza el día en que muere su dictador. Las heridas continúan abiertas y el sistema perdura como un enfermo en coma que padece, de vez en cuando, terribles espasmos producidos por la angustia de querer y no poder seguir aterrorizando a toda la población. Un coma que puede durar mucho tiempo antes de que alguien decida ponerle el punto final. Películas tan fuertes como Cuchillo de Palo ayudan a acabar con esta pesadilla.