La primera sorpresa al ver El Día del Apocalipsis (The Crazies, EU, 2010), puesta al día de la cult-movie Colapso: Exterminio Brutal (1973) –el nombre en español no lo inventé yo: así aparece en la enciclopédica Cartelera Cinematográfica 1980-1989 de Ayala Blanco y Amador-, es que el tercer largometraje de Breck Eisner (espantoso churro Sahara/2005) no sólo está casi a la altura de la película setentera dirigida por George A. Romero sino que, de hecho, está mejor producida.
Aunque, para ser francos, esto último no es muy difícil: Romero nunca contó –ni ha contado- con mucho dinero para hacer sus películas de horror, zombis y comentario político-social. Lo notable, en todo caso, no radica solamente en la lana, el muy profesional reparto y los buenos recursos de producción de El Día del Apocalipsis, sino en el vigor que demuestra Eisner en las varias secuencias gore, incluyendo una en la que uno de nuestros héroes se defiende bravíamente cuchillo en mano (y eso de “cuchillo en mano” es, que conste, literal).
Pero volvamos a The Crazies original: la mamá de todas las películas de “infestados” está ubicada en la pequeña ciudad de Evans City, Pennsylvania, en una época en la que estaba viviéndose todavía los estragos de la guerra de Vietnam y en donde la figura de un militar negro al mando representaba aún una suerte de tabú. En ese mencionado pueblito se desatará una infección causada por un virus letal que transforma a todos los seres humanos en violentos, histéricos, homicidas, maniacos… Dicho en pocas palabras: en una pinche bola de locos.
Los protagonistas de la película son el bombero y exboina verde David (Will McMillan) y la enfermera Judy (Lane Carroll), una pareja que ve con horror no sólo que sus amigos, compañeros y vecinos se transforman en una horda de locos homicidas sino que, aún peor, no pueden distinguir quién es quién. Y es que, ¿cómo podemos separar el comportamiento histérico/paranoico de la auténtica enfermedad causada por el susodicho virus que fue creado por el propio gobierno como un experimento militar?
Romero –que en aquel tiempo sólo había realizado La Noche de los Muertos Vivientes (1968), la muy menor Superstición (1972) y un melodrama desconocido por mí llamado There’s Always Vanilla (1971)- está preocupado, más que nada, en mostrar los efectos del desastre: el comportamiento de los civiles armados que se protegen a balazo limpio de los infectados y de los abusivos soldados que han llegado a invadir la comunidad, la sempiterna desconfianza de los ciudadanos de a pie hacia la autoridad abusiva (“El ejército no es amigo de nadie”, dice uno de los personajes) y la estupidez y la burocracia que son las características dominantes de los responsables mayores de ese desastre.
La trama de El Día del Apocalipsis es muy similar. El discurso crítico a la autoridad, a las fuerzas del (des)orden y a la insensibilidad burocrática también se repite, aunque el filme dirigido por Eisner privilegia la visión de las víctimas y no la de los militares o los científicos, a diferencia de la cinta de Romero.
El reparto es más competente en el refrito: Timothy Olyphant, como el responsable sheriff –no bombero- de Ogden Marsh, Iowa, y Radha Mitchell, como su mujer embarazada, cumplen con creces con sus papeles de ciudadanos comunes que no están dispuestos a dejar que los atropellen unos tipos de uniforme que, además, ni siquiera saben qué demontres están haciendo ahí, matando civiles.
Una parte de la crítica estadounidense le reprochó a este remake que carece tanto del humor sardónico del filme original –lo cual es cierto- como de su pertinencia histórica –lo que me parece injusto. Sí, es cierto, a diferencia de los años 60/70, en Estados Unidos no están la policía ni el ejército en las calles, echando bala a civiles inocentes pero, ¿qué tal en otras partes, especialmente en México? Ahora que lo pienso, ¿no habrán hecho El Día del Apocalipsis para nosotros?