Cuénteme usted,
¿Cómo está aquella que de mis inviernos hizo primaveras?
Esa chica que en un sinfín de emociones me llevó a la luna, dió un par de vueltas y me trajo de regreso…
La misma mujer de caminada peculiar que le puso de ritmo a mis sentidos el vaivén de sus latidos luego de una caricia a modo de susurro. Ya saben, de esas caricias que usualmente guardamos en la memoria y nos vuelve a modo de sonrisa decorada con rojo en las mejillas.
Exacto, aquella muchacha que pensó haber terminado de sentir, solo para darse cuenta que aún podía volver loco a quien ella quiera, a quien menos pensaba… La misma niña de hace casi dos años que se encarga de robarme las sonrisas necesarias sin pronunciar palabra siquiera. Solo colándose en algún pensar del día a día.
Imagínese ud que todo esto que el corazón me tiene lleno viene de esa única mujer que deslumbró mis años en un parpadeo, en un guiño, en un reto, en una frase de «cuentas conmigo».
En una sintonía sin forma, sin mayor entendimiento que la inercia misma de aquel alboroto de sentimientos. En una lágrima sutil que fue callada, presenciada y resguardada en el juramento de un agotado Caballero.
En la compañía necesaria de un silencio que trae un discurso de sentimiento a modo de promesa. A modo de cortejo. Sin pensares innecesarios, sin edades o tiempos; sin posiciones sociales, ni contratos de por medio. Solo de sensaciones que a pocos se van descubriendo.
Del modo que ella necesite y para cuando lo necesite. Por que no hay maneras, no hay límites ni mochilas con pasados. En el camino profesado no importa dónde, el cómo o el cuándo… Si ella llama, nosotros iremos.
Porque así de loco es este cariño, en estos tiempos en verso y días lluviosos con amores de primavera. Porque así lo quizo la vida. Porque así sin pensarlo juré de osado coleccionarte suspiros, vida y sonrisas.
Porque no importa lo que me tome, yo develaré el misterio. Ese mismo donde tu magia radica.
Sí, ahí mismo… En tu sonrisa.