Revista Cultura y Ocio
Científicos norteamericanos han llegado a la conclusión de que muchos delincuentes actuales no habrían llegado a serlo si, cuando eran niños, sus educadores hubieran utilizado técnicas pedagógicas modernas...
Como la silla de pensar.
—Fulanito, ¿qué has hecho? No se tiran piedras a las viejecitas. ¡Castigado a la silla de pensar! —Menganita. Está muy feo que insultes a tus profesores. ¡A la silla de pensar! —Zutanito, no se tira la dentadura del abuelito a la taza del váter. ¡Vete inmediatamente a la silla de pensar!
El mundo actual sería mucho mejor si hubiéramos utilizado a tiempo esta y otras técnicas…
—Lo que has hecho ha estado muy mal. Así que… castigado. Vete a la silla de pensar. Y se fue a la silla. Pero ya era tarde. Por eso, cuando Aaron Tanner, de treinta y ocho años de edad, estuvo convenientemente sentado y preparado, el responsable del asunto accionó la llave permitiendo que dos mil quinientos voltios circularan de golpe por el cuerpo del condenado a muerte.
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P. D.: el autor de este cuento es contrario a la pena de muerte. Solo que, esto de la silla, da que pensar.