Revista Opinión

Cuento de Suspenso: Un buen final para un desgraciado

Publicado el 29 agosto 2019 por Carlosgu82

-Se le está haciendo tarde, tal vez no vendrá- pensó mientras caminaba dando vueltas por la fuente del parque en el que habían quedado verse.
Sin él saberlo ella se le aproximaba por la espalda para sorprenderlo, paso a paso, cada vez más cerca, se acercaba sigilosamente, puede que parezca un juego absurdo de niños pero para ellos era algo más bien gracioso. Un entusiasta ¡Hola, como estas! y un beso francés para pasar el susto del desmesurado empujón por la espalda iniciaron este “gran día”.
9:00 a.m. Nueve horas para el final:
El desgraciado y su novia (la mejor que pudo conseguir, tal vez demasiado para él) entraron a la cafetería tomados de la mano y se sentaron en la mesa del fondo, la camarera se les acercó y les ofreció el menú, ellos lo rechazaron y le pidieron un café negro doble con dos emparedados y un jugo de naranja.
Todos los que estuvieron en esa cafetería incluyendo la camarera que los atendió dicen que eran una pareja normal y que no había nada que los diferenciara de una pareja de jóvenes quinceañeros que estaban desayunando juntos. Al cabo de un rato la camarera llevo la orden a la mesa y se retiró (no los volvería a ver ese día) los dos muchachos comieron lo que pidieron y se fueron dejando el dinero en la mesa.
10:00 a.m. Ocho horas para el final:
El desgraciado y su novia caminaron por la plaza central atravesándola en diagonal, contemplando los hermosos arreglos florales y los arbustos perfectamente podados, el aire fresco acariciaba el bello rostro de la mujer y el olor a césped recién podado inundaba las fosas nasales de ambos. La pierna postiza del desgraciado (ya que la verdadera había sido amputada hace dos años) no funcionaba muy bien debido a que era de muy baja calidad (la mejor que se pudo costear) y cuando pasaba una de las escaleras resbalo y se golpeo la cabeza, “no importa, esto no arruinara mi día perfecto” fue lo que pensó mientras se levantaba y recibía los cuidados de su novia. Luego de caminar bastante rato llegaron a su destino, antes de entrar, él, disimuladamente, revisó su billetera y contó los billetes “tengo suficiente, ¡qué suerte!”.
11:00 a.m. Siete horas para el final:
El desgraciado y su novia entraron en el zoológico, pagaron la entrada (por supuesto él pago las dos) y empezaron su recorrido, ese zoológico representaba un lugar muy especial para ellos ya que allí se conocieron, tuvieron su primera cita y también se dieron su primer beso. Siempre seguían el mismo recorrido: empezaban por los simios, luego los felinos, después los insectos y serpientes y terminaban en la tienda de regalos donde él le compraba un muñeco de peluche (un gran esfuerzo si se toma en cuenta que su sueldo era demasiado bajo para las diez arduas horas de su trabajo en el supermercado). La parte que él más disfrutaba era la de las serpientes ya que de vez en cuando podía verlas comer, cosa que le encantaba, le recordaba siempre la ley del más fuerte (aunque su vida diaria se la recordaba siempre). Cuando salieron de la casa de las serpientes se dirigieron a la tienda de regalos donde él le compró un panda de peluche y luego salieron del zoológico para seguir con su “gran día”.
1:00 p.m.  Cinco horas para el final:
El desgraciado y su novia caminaron hasta un restaurant que se encontraba a unos doscientos metros del zoológico, era un lugar que les gustaba a ambos por su buen ambiente y deliciosa comida (no era gourmet, solo era buena),  un lugar que frecuentaban constantemente incluso antes de conocerse.
Entraron en el lugar y escucharon la típica música clásica que siempre se estaba reproduciendo en el lugar, se sentaron en la mesa más cercana a la barra y tomaron los menús que ya estaban en la mesa, ella escogió ensalada con pollo y él pidió un bistec de res asado con papas, tomaron unas gaseosas (no les vendían cervezas como ellos hubieran querido) y se dirigieron a pagar en la caja, en la caja él pidió un chocolate para ella (su favorito) y luego pagó con billetes y varias monedas (más de las que eran normal).
2:00 p.m. Cuatro horas para el final:
El desgraciado y su novia entraron a un cine que estaba a treinta minutos del restaurant, compraron unas palomitas de maíz con mantequilla (como le gustaban a ella) y decidieron una película aunque él se inclinó por la de terror terminaron viendo una película romántica que parecía buena.
La película estuvo aburrida, o al menos eso pensaron todos los que la vieron, incluyéndolos a ellos, aunque habían pasado gran parte de la película besándose. Cuando salieron del cine ya empezaba a hacer frio, ella se puso un suéter y siguieron su camino.
4:00 p.m. Dos horas para el final:
El desgraciado y su novia decidieron ir a pasar un buen rato en un parque de diversiones que quedaba aproximadamente a veinte minutos del cine del que acababan de salir. Tomaron el autobús correspondiente y pasaron todo el viaje hablando con el conductor y bromeando entre ellos, cuando llegaron a su destino bajaron del autobús y pagaron la entrada del parque de diversiones, una vez adentro compraron un algodón de azúcar y subieron a la rueda de la fortuna, fueron a la casa embrujada aunque, cuando salieron, él quedo completamente decepcionado “da más risa que miedo” decía, muy diferente a la opinión de ella que salió de la casa completamente pálida y asustada. Él decidió ganar un premio para ella, la prueba consistía en derribar una torre de vasos con pelotas y luego podían seleccionar cualquier premio de los que ofrecían, él por supuesto que pudo hacerlo, siempre se había caracterizado por tener una buena puntería (era lo único en lo que era bueno) aunque él nunca se había dado cuenta.
5:30 p.m. Media hora para el final:
El desgraciado y su novia caminaban tomados de la mano hacia el apartamento de él (en realidad era un apartamento compartido en el que él no pagaba a cambio de limpiar y hacer todas las tareas del hogar) un niño de la calle se les acerco y les pidió dinero, él reviso su billetera y le dio todo el dinero que tenia “no lo necesitare mañana” era lo que pensaba mientras se lo entregaba.
Cuando llegaron el apartamento estaba vacío, él se dirigió a tomar agua y ella se le acerco por la espalda:
-Ya es hora- le dijo mientras él tomaba un vaso de agua
Ambos subieron a la azotea del edificio, se acercaron a la baranda para contemplar el paisaje, estuvieron observándolo unos minutos y luego de un abrazo y un beso, sin más que decir saltaron.
Hora de Muerte: 6:00 p.m.


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