Revista Cultura y Ocio

Cuento del mes 2: El último viajero

Publicado el 25 abril 2015 por Iván Rodrigo Mendizábal @ivrodrigom

Vintage-Sci-Fi-Astronaut

Por Henry Bäx

(Colaboración exclusiva del autor para Ciencia ficción en Ecuador)

Me he convertido en muerte, en el destructor de mundos.

Bhagavad Gita.

 

Bitácora de vuelo: Amanecer del 19 de octubre de 2654

Soy el comodoro Juan Bosé, y escribo esta carta en plenas facultades de mi razón y conciencia. Si alguna vez alguien llega a encontrar y leer este cuaderno deberá comprender que mi caligrafía está temblorosa e insegura; y es porque me recorre por mí ser una terrible angustia por la muerte y que sé me llegará en cualquier momento, de una forma por demás misteriosa y horrorosa.

La breve historia que les contaré a continuación es muy extraña e increíble.

El viaje se inició en una de las lunas de Júpiter. Salimos de la base geo-espacial de Ganimedes y nos dirigíamos al borde exterior del sistema solar. Nuestra nave, la Orión 28 con reactores de fusión, nos llevaba en el viaje espacial sin ninguna complicación hacia nuestro destino: la gran base Titán 6, en donde se haría un trasbordo hacia los grandes transbordadores interestelares: Bussards A-48 y que, finalmente, llevaría a la colonia humana, Edén 5 de Alpha Centauri, los medicamentos para el nuevo virus que estaba acabando con los humanos.

Pero en el trayecto sucedió algo que a mi conciencia y a mi razón les cuesta creer.

Faltaban diez días para llegar a la base Titán 6 cuando de repente a nuestro sistema de comunicación nos llegó una extraña y desconocida voz que nos hablaba. Era una voz profunda y hueca; tenía un halo de sequedad y de una profunda soledad y a la vez de maldad…

Son ellos, será mejor que me esconda, temo ser descubierto.

Bitácora de vuelo: Anochecer del 20 de octubre de 2654

He tenido suerte. Este escondite que está en los contenedores de basura ha sido, por el momento, un tanto seguro.

No he comido nada en los últimos dos días, luego que empezaron a suceder aquellos extraños acontecimientos, en especial, después de aquella extraña voz que nos llegó al sistema de radiocomunicaciones desde esa nube de gas por la que atravesamos sin darnos cuenta. Todavía la recuerdo a la perfección. Ese murmullo tan abominable y tosco que nos advertía que regresáramos. Pero el capitán Salazar tuvo la culpa; pensó que los rayos de litio destruirían la nube, pero nada. Ahora estamos perdidos en la inmensidad de este vasto infinito que nos rodea y que es una muerte lenta.

…Dios, se oyen pasos de alguien. ¿Será el capitán o algún otro superviviente? y se aproximan hacia mi escondite…

Bitácora de vuelo: Anochecer del día 22 de octubre de 2654

Lo que sucedió ayer fue lo más espeluznante que alguien pudo haber visto. Le pido a quien halle esta bitácora que dé aviso a las autoridades, ya que un nuevo peligro amenaza a la humanidad.

Aquél aire gris oscuro que revolotea en la nave Orión 28 es el que posee los cuerpos de las personas y los hace matarse uno a otros. Sin entrar en pormenores, esa extraña nube enloquece a sus huéspedes. La computadora central la analizó por órdenes del capitán Salazar y solo dijo que era una composición de hidrógeno y argón, en cualquier caso, inofensiva, pero no ha sido así, porque casi todos los tripulantes enloquecieron cuando la nube los poseyó, iniciándose así la matanza…

Son ellos, será mejor que huya…

Bitácora de vuelo: Amanecer del día 23 de octubre de 2654

He cometido algo tan atroz que me avergüenza escribirlo. Si existe un Dios, ese Dios en el que creyeron mis antiguos antepasados, y que los seres humanos olvidamos luego de los tantos avances tecnológicos, espero que me sepa perdonar. El último gran tabú de los seres humanos lo he cometido yo; el hambre me ha hecho comer los restos de la alférez Moya…

Ese gas no ha terminado con toda la tripulación como yo suponía. Quedan todavía cinco supervivientes de los 150 que éramos al principio y son ellos los que desean acabar conmigo, o mejor dicho, ese extrañísimo gas.

Bitácora de vuelo: Anochecer del día 25 de octubre de 2654

Me he vuelto en un ser nocturno y ahora son solo cuatro los que me persiguen. Ayer tuve que matar, para mi pesar, al teniente Ayala: era él o yo. Fue tan penoso atravesarlo con las herramientas de la sala de máquinas, pero sé, sin duda, que matarlo, fue una liberación para su atormentada alma. El hambre se me ha vuelto algo tan infrecuente que no tengo necesidad de comer carne humana. Solo deseo estar seguro de mis enemigos y de ese extraño gas que enloqueció a los tripulantes de la nave Orión 28.

Mi escondite es perfecto. A nadie se la ha ocurrido buscar en las cavidades internas de los grandes motores apagados de la nave. Ahora, mis enemigos y yo, somos seres errantes del espacio, sin rumbo fijo, sin dirección. Una gran nave flotante fantasma, que va en picada hacia ninguna parte. Podría decir que es un nuevo concepto de viaje espacial. Un viaje hacia el olvido…

Bitácora de vuelo: Amanecer del día 26 de octubre de 2654

Hoy he escuchado en el sistema de telecomunicaciones una débil voz, tan débil como se ve al sol desde este espantoso vacío que nos rodea. No se escuchaba bien, pero decía que es el grupo de rescate. Alguien, además de los que estamos en la nave, está afuera tratando de localizarnos. Hoy trataré de llegar a hurtadillas a la sala de comunicaciones para hablar con ellos y dar la alarma.

Se escuchan pasos, me han descubierto…

Bitácora de vuelo: Algún día de 2654

Estoy herido… fui alcanzado por un rayo de luz lila por uno de mis captores. Para mi fortuna, no es de gravedad. Me he dado modos para tratar de suturarme la herida con gel congelante antiséptico y ha dado resultado; pero he tenido una fiebre tan alta que he perdido el conocimiento y la noción del tiempo.

El hambre me ha vuelto y estoy muy débil y no sé que tenga que hacer para no morir en manos de mis captores. Solo sé que tengo que sobrevivir de alguna manera… Estoy muy débil para seguir escribiendo. Creo que perderé el conocimiento nuevamente…

Bitácora de vuelo: Amanecer del día 8 de noviembre de 2654

Los días que han pasado y han sido muy infructuosos. Logré recuperarme de mi herida y, además, tengo de nuevo la noción del tiempo. Para mi fortuna, pude encontrar unas míseras sobras de alimento deshidratado en las bodegas de abastecimiento y esto ha impedido que muera de hambre, pero estoy débil y muy flaco. No sé por qué, pero hoy la nave está como abandonada, da la impresión de que estuviera solo. Solo, ante la vastedad oscura de este infinito universo.

Pude llegar al puente de la nave Orión 28 y me quedé maravillado por lo que pude observar. Una lejana luz me ha hecho descubrir que estamos dirigiéndonos nuevamente hacia el sistema solar. No sé cómo, pero la nave se dirige hacia un destino no programado. ¿Acaso la extraña nube la lleva hacia allá?

La inmensidad del universo me ha hecho ver que los seres humanos somos tan insignificantes ante tal maravilla. Solo hemos colonizado una milmillonésima parte del universo conocido y esto nos ha hecho pensar que somos los amos de todo.

Los humanos nos hemos olvidado de dónde provenimos. De un modesto planeta azul. La tecnología y la conquista del espacio nos ha hecho soberbios y nos hemos creído seres omnipotentes. Esta extraña nube nos hará razonar que muchas fronteras están por ser descubiertas todavía.

Unos pasos se escuchan en el pasillo del puente, son mis captores…

Bitácora de vuelo: Anochecer del día 14 de noviembre de 2654.

Luego de una exasperante persecución, he logrado escapar. Creí estar solo, pero me equivoqué. Mis acechadores me creyeron muerto por la herida que recibí. Ahora no dejan de buscarme. Temo mucho que uno de estos días acabe en las manos de uno de mis perseguidores.

Ayer por la noche noté una cosa muy extraña: mis acechadores pierden el conocimiento cada vez que la nube los abandona. El día de hoy trataré de llegar hasta el puente para encender a la computadora central; a lo mejor me da algunos datos para poder escapar de aquí…

Se escuchan unos pasos, son ellos…

Bitácora de vuelo: Anochecer del día 15 de noviembre de 2654

Lo que he descubierto hoy ha sido lo más espeluznante. Escondido en los estrechos ductos de ventilación, y tras unas leves rendijas, vi, cómo la extraña nube también se apoderó del cerebro central de la computadora que comanda la nave. Es algo que para mi razón es imposible, mis ojos no dan crédito a lo que ven; y ahora, gracias a esto, podré ser encontrado, ya que localizarme será más fácil para la computadora central. Pero antes de ser hallado, creo que al fin pude descifrar la causa del virus que está atacando y acabando con la colonia humana en Edén 5 en Alpha Centauri. Esta nube es la causante del virus. La nave está retornando a la base geo-espacial de Ganimedes y no hay modo de que se enteren de su regreso. He escuchado algunas trasmisiones y la computadora central les ha dicho que retorna con la tripulación enferma. Espero que quien encuentre esta bitácora pueda dar aviso a las autoridades y a mis superiores.

Hoy saldré de mi escondite a morir con dignidad; me siento tan débil que ya no tengo ánimo para seguir escapando, no sé si seré asesinado por mis captores o poseído por el virus de la nube… Si alguien llega a encontrar esta bitácora, espero que me entienda.

De mi muerte solo deseo que sea lo menos prosaica posible; si tan solo pudiera estar en el puente y observar a través de sus grandes cristales, la vastedad de la creación, aquella creación que nos humilla, aquella profundidad que atolondra los sentidos, aquella inmensidad que nos hace tan insignificantes…

En mis últimos momentos me gustaría tanto regresar a mi querido y casi olvidado planeta azul. Ese que algún día fue un mundo inocente y bondadoso. Aquél que en algún momento de su historia, sus habitantes vivían en grandes edificios, con anchas avenidas y lentos autos de energía mineral; autónomos, sin depender demasiado de sus robots. Imagino que ese mundo fue mejor al que estamos viviendo ahora, o de lo que queda de él; en donde la excesiva tecnología nos ha hecho inhumanos, fríos, soberbios y demasiado orgullosos. Mientras recorro esta abismal negritud, como el último viajero de esta nave, me gustaría ser muerto por mis perseguidores y ser enterrado en el vientre de la Tierra, como solían hacerlo los hombres hacia milenos.

Son ellos, es hora de entregarse…


Archivado en: Cuento del mes Tagged: Henry Bäx, Horror cósmico, Inteligencia Extraterrestre, Misiones interplanetarias
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