Revista Cultura y Ocio

Cuento del mes: “Las tres pruebas del Limbo” | Ariana D. Aldaz

Publicado el 09 febrero 2018 por Iván Rodrigo Mendizábal @ivrodrigom

Por Ariana Aldaz

(Publicación sugerida y autorizada por su autora, publicada originalmente en Wattpad, con el usuario Ayria-97, el 9 de febrero de 2018)

Cuántas veces nos aferramos a cosas banales, sin sentido y con poca gratificación para el alma, un día estamos en el hoy, y al siguiente, morimos en vida como si no hubiera algo que nos hiciera gritar “¡Estoy vivo!”. Puedo afirmar que pasé la mayor parte de mi tiempo en aquel estado de somnolencia, donde las noches eran eternas y las injurias hacían mella en el corazón como si de espinas ardientes se tratasen. Aquel día, parecía ser igual que muchos otros, el despertador empezó a sonar de manera estruendosa al igual que siempre; mis ojos se mantenían cerrados y repasaba en mi mente las actividades de rutina que debía cumplir, sin embargo, algo parecía haber cambiado en el entorno.

Alargué el brazo para apagar aquel molesto objeto que me quitaba el sueño día tras día, sin embargo, el tacto era distinto, aquella textura era húmeda, espesa y un tanto suave. Abrí los ojos e inmediatamente el latir del corazón acompañó a mi confusión «¿Dónde estoy? ¿Qué pasó anoche?», eran las preguntas que se arremolinaban en mi mente, preguntas, que no tenían respuesta. Frente a mí se alzaba un frondoso cerezo, el mismo que reflejaba en sus hojas el brillo de la Luna; aquel árbol resultaba extrañamente atrayente, casi podía escuchar mi nombre siendo susurrado por la suave brisa que removía las hojas. Me acerqué a tocarlo y aquella magnificencia desapareció cuando las yemas de mis dedos hicieron contacto; sentí terror al ver a aquel majestuoso árbol pudriéndose frente a mí, las ramas caían de manera estruendosa y el tronco se debilitaba, sabía que, si me quedaba allí, el árbol me aplastaría.

Al darme la vuelta, dispuesta a huir, noté que un pequeño lago se había formado frente a mis pies, y allí estaba nuevamente la sensación atrayente. Aquel lago cristalino parecía llamarme desde las profundidades, puedo jurar que escuché una suave tonada acompañada de una melodiosa voz. Aquella bella melodía se hacía cada vez más fuerte «Es real» pensé. Sentía que la voz me envolvía por completo y me arrullaba en sus brazos, mis piernas empezaron a flaquear y mis párpados se cerraron. No podía moverme…Me dejé caer dentro de aquel lago del cual fui presa fácil, sabía que no moriría, después de todo, era sólo un sueño. Sin embargo, se sentía tan real, aquel lago producía una sensación tan placentera, tan exótica y tan cálida a la vez; simplemente me dejaba llevar. En ese momento, un par de imágenes se empezaron a formar en mi mente, podía ver el rostro de mi pequeño hijo, hacía años que no me había atrevido a buscar fotos suyas; tras el accidente de auto, decidí simplemente quedarme con la imagen de su última sonrisa, con el sonido de su voz diciéndome “mamá”. De pronto, se abría en mi pensamiento aquel momento que deseaba olvidar: el accidente en el que murió mi hijo. Pero ¿por qué empecé a pensar en ese fatídico día? Tal parecía que este lago me mostraba aquellos momentos dolorosos que prefería dejar atrás, después de su muerte, abandoné la vida que había construido junto a él y preferí vivir de nuevo, un nuevo comienzo edificado bajo su memoria. En ese instante, sentí un nudo en la garganta, una fuerte presión en el pecho y, de manera inevitable, un par de lágrimas rodaron por mis mejillas. A medida que iba llegando al fondo del lago, los sentimientos de pesar y angustia se hacían más grandes. Si tan solo hubiera sido más prudente al conducir… Si tan solo… Me encantaría poder verlo y abrazarlo por última vez, disfrutar cada instante y poderle decir “Sí, vamos a jugar”, en lugar de inventarle excusas y ver la desilusión en sus ojos porque “Mamá está ocupada”. Daría lo que fuera por un minuto de juegos con él. Y sólo allí, sentí que el aíre me faltaba. Recuperé la movilidad y abrí los ojos de golpe, sin embargo, todo estaba obscuro, di brazadas y patadas con desesperación, pero no sabía a dónde ir, mis pulmones se llenaban de agua y tras una última bocanada perdí la conciencia. Era mi fin…

No sé cuánto tiempo pasó, pero sabía que se me estaba haciendo tarde. Me desperté de golpe y mi corazón dio un vuelco al ver que todo había empezado de nuevo. Allí estaba otra vez aquel árbol de cerezo y el cristalino lago a pocos pasos de mí.

—¿Confundida? —preguntó una vez.

—¿Quién anda ahí? —dije bordeando el árbol para descubrir al dueño de aquella voz.  Me encontré con un hombre sentado al pie del árbol, llevaba un traje de frac negro y un sombrero puntiagudo que cubría parcialmente su pálido rostro.

—¿Quién eres? —pregunté.  —Soy todo y a la vez nada —respondió con una sonrisa sin develar su rostro— Aquí lo que importa es saber quién eres tú.

Fue allí cuando el hombre se puso de pie, sin embargo, pasó algo poco convencional, podía ver su rostro mas no podía guardarlo en mi memoria, aquella experiencia resultó angustiante, por lo que preferí no mirarlo y apartar el rostro.

—Los humanos son muy interesantes —dijo entre risas—. Se rinden tan fácilmente, muy pocos han logrado superar las tres pruebas y volver a ver el mundo.

—¿A qué te refieres? —pregunté consternada— ¿Dónde estoy?

Sonrió nuevamente.

—Estás en el limbo—respondió—. Aquí decidimos si el alma merece volver al cuerpo o trascender y liberarse en el infinito.

Aquel personaje debió notar mi confusión.

—Tres pruebas… —dijo de manera seca—. El árbol de los lamentos, ¿por qué no intentaste bordearlo? Mira lo que hay detrás de este majestuoso cerezo.

No es posible que hasta ese momento no me había dado cuenta; al levantar el rostro pude ver un hermoso paraje, el cielo azulado, pasto fresco, perlas cristalinas cayendo sobre las rocas y cientos de majestuosos cerezos.

Me quedé perpleja.

—¿Lo ves? En la vida hay más de una opción frente a los problemas, sólo es cuestión de ser creativos y la respuesta viene sola—hizo una pausa—. El lago… ¿Por qué no te esforzarte por salir desde un principio? ¿Era porque te sentías cómoda y protegida en los primeros momentos?

Ante aquella confrontación, simplemente agaché la cabeza.

—Si te mantienes en tu zona de confort, llegará un momento de desesperanza y la angustia junto con la impotencia no te dejarán respirar, junto con eso vendrá el arrepentimiento y el deseo por querer cambiar el pasado, sin embargo, no hay vuelta atrás. El tiempo no se recupera, no se compra, no se vende, ni se vuelve a repetir…

El hombre empezó a caminar en dirección al lago. Decidí seguirlo y me coloqué junto a él. En el agua se formaban ondas alrededor del rostro de este extraño hombre, al parecer ni siquiera el lago era capaz de reflejar su fisonomía.

—Mi rostro… —dijo suavemente—. Cuando te diste cuenta de que era difícil descifrarlo, preferiste dejar de intentarlo y mirar a otro lado. En el mundo, ocurren injusticias a diario, muchos prefieren mirar a otro lado mientras otros intentan recuperar la fe de un mundo deteriorado.

Parecía que el hombre había terminado su discurso, en ese instante, yo tenía una sola pregunta.

—Y… ¿Cuándo voy a despertar?

El misterioso sujeto sonrió y colocó una de sus manos sobre mi hombro. Aquella cálida mano llenaba de paz mi corazón, sabía que cualquier respuesta estaba bien para mí. Tras un largo silencio, respondió:  +

—No, hija, tú no vas a despertar…

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Cuento del mes: “Las tres pruebas del Limbo” | Ariana D. Aldaz
Foto portada: Ballerina por pixel2013 en Pixabay: https://pixabay.com/es/bailarina-bailar%C3%ADn-grazie-pose-3055155/


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