É
l acababa de finalizar su primer día de trabajo que había sido muy duro. Su sierra eléctrica se había estropeado lo que le había hecho perder mucho tiempo y ahora su antiguo camión se negaba a arrancar.Mientras lo llevaba a su casa, permaneció en silencio y con la mirada sombría.
Una vez que llegamos, me invitó a entrar y conocer a su familia. Pero antes de entrar por la puerta se detuvo brevemente frente a un precioso olivo centenario y tocó el tronco con ambas manos.
Al entrar en su casa, ocurrió una sorprendente transformación. Su bronceada cara sonreía plenamente. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa. La energía había cambiado completamente. Posteriormente me acompañó hasta el coche.
Cuando pasamos cerca del olivo, sentí curiosidad y le pregunté acerca de lo visto cuando entramos.
- Ese es mi árbol
de los problemas, – contestó - Sé que no puedo evitar tener problemas durante el día como hoy en el trabajo por ejemplo,
pero no quiero traer estos problemas a mi casa. Así que cuando llego aquí por la noche cuelgo mis problemas en el árbol. Luego a la mañana cuando salgo de mi casa los recojo
otra vez.
- Lo curioso es, – dijo sonriendo – que cuando
salgo por la mañana a
recoger los problemas del árbol,
ni remotamente encuentro tantos como los que recuerdo haber dejado la noche
anterior.”
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Este
cuento me recuerda a lo que llamo “técnica de los cajones”, muy útil en muchas
ocasiones en que las preocupaciones nos impiden seguir con nuestra rutina.
Me contó mi padre hace años que había leído que Napoleón Bonaparte utilizaba mucho
este método para poder conciliar el sueño.
Parece
ser que cuando llegaba la noche Napoleón tenía mil problemas en la cabeza;
tenía que pensar qué estrategias seguiría al día siguiente, las órdenes que
tendría que dar, por donde hacer frente a los enemigos…. Y no era capaz de
dormir dándole vueltas una y otra vez. Hasta que empezó a usar una estrategia.
Cuando llegaba la noche se imaginaba una cómoda llena de cajones. Los abría mentalmente
y en cada uno de ellos metía un problema o preocupación de los que rondaban por
su cabeza. Ya los abriría al día siguiente cuando se levantara para seguir
pensando en ellos; total de ahí no se iban a mover.
De
esta forma evitaba que las preocupaciones le impidieran conciliar el sueño y además se libraba un rato de ellas y recargaba energía.
Cuando
notes que le estás dando demasiadas vueltas a alguna preocupación o problema o cuando tengas que centrar tu atención en otra asunto… abre el cajón,
guarda ahí el problema y cierra el cajón mentalmente. Ocúpate de lo que debes en ese
momento y ya abrirás el cajón más adelante y podrás retomar
el problema; esta técnica es muy útil para conseguir desconectar un rato,
evitar las rumiaciones tan contraproducentes e incluso ver las cosas desde
otra perspectiva mas calmada, realista y objetiva.
Como
decía un viejo chiste, llevando al extremo la necesidad de saber desconectar:
Era
sábado por la tarde y estaba un
empresario de éxito, millonario, tomando algo en su lujosa terraza y
disfrutando de su familia y del fin de semana. Llega su asistente personal y le
dice: “señor, tengo que darle una mala noticia. Sus acciones en bolsa han caído
precipitadamente y está usted ahora mismo en la más absoluta ruina”. A lo que
el millonario contesta: “Buffff, menudo disgusto me voy a llevar el lunes!!!”
Espero
que pongáis en práctica la técnica de los cajones o la del árbol de los
problemas y os resulte muy útil. ¡Hasta la semana que viene!