Revista Coaching
A veces, cuando tenemos algo que decir, lo soltamos y ya está. No valoramos debidamente la importancia de cómo decir lo que pensamos o sentimos. No somos, en muchas ocasiones, conscientes de las palabras que utilizamos.
Una queja, es una manera de decir lo que necesitamos del otro. Pero una manera incorrrecta.
Lee estas dos frases y dime qué te parecen.
- Nunca llegas a tiempo a nuestras citas, eres un impuntual.
-Menos mal que has llegado, ya me estaba preocupando!!!
- Hola!! ¡Que´bueno verte! y más tarde, durante la cita.....
- ¿Sabes? Suelo ponerme nerviosa cuando estoy esperando a alguien y esta persona se retraza. ¿Sería posible que me enviaras un mensaje si ves que vas a llegar tarde la próxima vez? Te lo agradecería, asi no llego a ponerme nerviosa.
En la primera frase, la queja y crítica, tenemos la misma intención que en las otras dos. Que la persona llegue más puntual en su cita. Pero al expresarlo como una queja y una crítica, dificilmente conseguiremos ese resultado. Con la segunda, ocurre lo mismo, porque aunque es menos dura, también estamos dejando caer que la otra persona ha cometido una falta.
Recuerda, cuando vayas a decir algo....... puedes escoger mejor tus palabras, para conseguir tu objetivo. Prúebalo!!! Y además, cuando la otra persona llegue puntual, AGRADECELE!! O si te avisa que llegara tarde, TAMBIÉN AGRADECELE. El refuerzo positivo es mucho más efectivo para conseguir lo que deseamos que la critica, la queja o el enjuiciamiento al otro.
Te dejo un bonito cuento sobre la importancia de como decimos las cosas......
En un país muy lejano, al oriente del gran desierto vivía un viejo Sultán, dueño de una inmensa fortuna.
El Sultán era un hombre muy temperamental además de supersticioso. Una noche soñó que había perdido todos los dientes. Inmediatamente después de despertar, mandó llamar a uno de los sabios de su corte para pedirle urgentemente que interpretase su sueño.
- ¡Qué desgracia mi Señor! – exclamó el Sabio – Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.
- ¡Qué insolencia! – gritó el Sultán enfurecido – ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!
Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos, por ser un pájaro de mal agüero. Más tarde, ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado. Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:
- ¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que vuestra merced tendrá una larga vida y sobrevivirá a todos sus parientes.
Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro. Cuando éste salía del Palacio, uno de los consejeros reales le dijo admirado:
- ¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños del Sultán es la misma que la del primer Sabio. No entiendo por qué al primero le castigó con cien azotes, mientras que a vos os premia con cien monedas de oro.
- Recuerda bien amigo mío –respondió el segundo Sabio– que todo depende de la forma en que se dicen las cosas… La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la enchapamos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado…
- No olvides mi querido amigo –continuó el sabio– que puedes comunicar una misma verdad de dos formas: la pesimista que sólo recalcará el lado negativo de esa verdad; o la optimista, que sabrá encontrarle siempre el lado positivo a la misma verdad”
Viki Morandeira
Tu Coach Personal
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