Muchas veces dejamos de hacer lo que creemos que nos conviene por lo que opinan otras personas. Es cierto que no siempre podemos hacer lo que queramos sin tener en cuenta a los demás. Pero ¿hasta qué punto el miedo a ser criticados nos está limitando de hacer aquello que nos haría felices y que no perjudicaría a nadie?
La siguiente historia se refiere a este asunto que, aunque no lo queramos reconocer, nos afecta más de lo que pensamos.
Cuenta una parábola que un hombre y una mujer salieron de viaje con su hijo de 12 años, que iba montado sobre un burro. Al pasar por el primer pueblo, la gente comentó: “mirad ese chico tan maleducado: monta sobre el burro mientras los pobres padres van caminando”. Entonces, la mujer dijo a su esposo. “No permitamos que la gente hable mal del niño. Es mejor que subas tú al burro”.
Al llegar al segundo pueblo, la gente murmuró: “Qué sinvergüenza, deja que la criatura y la pobre mujer tiren del burro, mientras él va cómodo encima”.
Entonces tomaron la decisión de subirla a ella al burro mientras padre e hijo tiraban de las riendas. Al pasar por el tercer pueblo, la gente exclamó: “¡Pobre hombre! ¡Después de trabajar todo el
día debe llevar a la mujer sobre el burro! ¡Y pobre hijo! ¡Qué será lo que les espera con esa madre!!”.
Entonces se pusieron de acuerdo y decidieron subir al burro los tres y continuar su viaje. Al llegar a otro pueblo, la gente dijo: “¡Mirad qué familia, son más bestias que el burro que los lleva!
¡Van a partirle la columna al pobre animal!”. Al escuchar esto, decidieron bajarse los tres y caminar junto al burro. Pero al pasar por el pueblo siguiente la gente les volvió a increpar: ¡Mirad
a esos tres idiotas: caminan cuando tienen un burro que podría llevarlos!”.