Un hombre, a quien creían muerto, fue llevado por sus amigos al cementerio. Cuando estaban a punto de enterrarlo, el hombre revivió y comenzó a golpear la tapa del féretro.
Al abrirlo, el hombre se incorporó: ”¿Qué estáis haciendo”?, dijo a los sorprendidos asistentes. “¡Estoy vivo! No he muerto”.
Sus palabras fueron recibidas con asombrado silencio. Al fin, uno de los presentes dijo: ”Amigo, tanto los médicos como los sacerdotes han certificado que habías muerto. ¿Cómo van a equivocarse los expertos?“
Así que volvieron a atornillar la tapa del féretro y lo enterraron debidamente.
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