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Cuento. Una semana de reposo

Publicado el 04 diciembre 2009 por Angeles
-No se preocupe, no es nada –dijo el médico mientras escribía la receta-. Que tome una cucharada de esto antes de las comidas, y que guarde una semana de reposo.

Esa misma tarde Gina ya estaba cansada de estar en la cama. Intentaba distraerse hojeando una revista cuando oyó que llamaban a la puerta de su habitación.
-¡Adelante! –dijo, y su aburrimiento desapareció al instante, al ver entrar a su mejor amiga.
-¡Eli, qué alegría!
Cuando la madre de Gina entró en la habitación con la cena y el jarabe, Gina se despidió de su amiga, pidiéndole que volviera al día siguiente.
A lo largo de la semana Gina recibió la visita de varios amigos. Incluso un día Eli llegó con un compañero de clase por el que Gina sentía un interés especial.
A la hora de la cena, la madre la encontró muy risueña.
-Es que estoy muy contenta con mis amigos, y especialmente con la visita de esta tarde.
La madre suspiró y dijo, con gran tristeza:
-Me alegro mucho, hija mía.
Por fin terminó la semana de reposo, y Gina se sentía como nueva. Se levantó llena de energía, desayunó y se fue a clase.
La madre se quedó sentada en la cocina, pensativa y preocupada por su hija. Entonces sonó el teléfono.
-¿Cómo se ha levantado Gina? –preguntó el padre desde la oficina.
-Bien. Se ha ido a clase, tan contenta, el angelito mío.
-Bueno, eso es estupendo. Pero entonces, ¿por qué tienes esa voz tan triste, mujer?
-Es que me da mucha pena, la pobre. En toda la semana no ha venido nadie a verla, y ella está convencida de que han venido esos amigos que dice tener, sobre todo esa supuesta gran amiga, esa Eli de la que tanto habla.
-Bueno, cálmate, cariño. Ya hablaremos luego tranquilamente de eso, ¿de acuerdo?
El padre colgó el teléfono, abatido, y enseguida marcó otro número.
-Sí, doctor, sigue con los delirios. Mi mujer está convencida de que no ha venido nadie a ver a nuestra hija, cuando han estado sus amigos viniendo toda la semana.

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