Editorial Bartleby.
323 páginas.
Ediciones de los libros de cuentos: 1964-1967-1975.
Esta edición de 2008.
Ya comenté aquí, hace un año, la sorpresa que fue descubrir la figura del escritor argentino Haroldo Conti a través de la novela Sudeste, que me deslumbró con su lenguaje poético y su original conquista de un territorio propio dentro de la dicotomía argentina campo-cuidad: la de los riachos e islas del delta del Paraná.
Estos Cuentos completos reúnen los tres conjuntos de relatos que Conti publicó en vida, Todos los veranos (1964), Con otra gente (1967) y La balada del álamo carolina (1975), además de otros cuantos relatos publicados en revistas. El total asciende a 23 cuentos más un prólogo escalofriante escrito por Gabriel García Márquez. En él, el autor colombiano nos habla de los últimos días como hombre libre de Conti, antes de ser detenido por los militares argentinos en 1976 y no volverse a saber nada de él. Gracias al prólogo leeremos con un sobresalto final el último cuento del conjunto, A la diestra, acabado la mañana del día en que fueron a buscar a Conti.
Los dos primeros cuentos, Marcado y Todos los veranos, vuelven a recrear el territorio de su primera novela, Sudeste, y se mueven en ese territorio anfibio de barcas, playas, islas… Aquí volvemos a retomar el lenguaje poético de la novela comentada. En estos dos relatos, Conti continúa creando su propia mitología sobre el territorio del delta del Paraná, donde el nombre de los barcos me recuerda al rastrear de nombres de carros de Borges en el viejo Buenos Aires. También Conti evoca en estos cuentos, como Borges en sus comienzos, la figura del malevo; pero en este caso un malevo fluvial o pirata de río.
El resto de los cuentos se sitúa principalmente en el territorio rural de la provincia argentina. Sólo en algunos casos se adentran en las calles de Buenos Aires. Si bien, cuando el cuento es urbano, suele recrear a personajes que añoran su abandonado entorno rural.
Durante los primeros cuentos, además de la recreación fluvial, predomina una intencionalidad política, como podemos observar en el cuento, o novela corta, La causa. En ella se habla del impacto de un levantamiento militar en un pueblo, narrado con una polifonía de voces (experimento a la moda de los años 60, Rodolfo Walsh hace algo parecido en su cuento, o novela corta, Cartas). También podríamos hablar de un interés social, por ejemplo, en el cuento Como un león, donde se recrea un día en la vida de un chico de un poblado marginal.Algunos de estos cuentos políticos, como Cinegética, donde un grupo de militares dan caza a un hombre, recuerdan a la construcción minimalista de Ernest Hemingway.
De los primeros cuentos destacaría, además de los dos fluviales, Los novios, muy medida su contención y la forma de mostrar la tristeza en un pueblo, regido por convencionalismos sociales importados de la vieja Europa católica; y Ad astra, sobre un personaje rural empeñado en volar, para lo que irá perfeccionando distintos modelos de alas, metáfora del progreso o del deseo artístico que nos eleva sobre la mediocridad del entorno.
Según avanza el libro, según nos adentramos en los cuentos que deben pertenecer al conjunto La balada del álamo carolina (no existe en este volumen la separación por libros), los textos se hacen más intimistas, y Conti parece estar evocando continuamente su pueblo natal en la provincia de Buenos Aires, Chacabuco. Los personajes, un tío, la madre… empiezan a parecer los parientes reales del escritor. Esta intencionalidad evocadora queda latente al repetirse en varios cuentos elementos recurrentes, el álamo carolina, el pueblo Chacabuco y otros lindantes, la carrera popular del pueblo Las doce de Bragado (que también es el título de uno de los cuentos).
En la página 256 Conti deja, o creo que deja, una pista sobre sus influencias literarias. En el cuento Mi madre andaba en la luz, un hombre que trabaja en un fábrica en Buenos Aires vuelve al pueblo a pasar unos días, y en un baile se cita a la familia de los Pavese, que aún no habían podido casar a su hija menor. Puede que sea una casualidad, pero al leer ese apellido italiano enseguida pensé en el escritor piamontés Cesare Pavese, en sus poemas, pero sobre todo en novelas como La noche y las hogueras, en la que un emigrante italiano vuelve a su pueblo después de haber pasado muchos años en Estados Unidos.
Conti como Pavese nos habla de personas lacónicas, tristes, unidas a una pequeña porción de terruño por más que se alejen de él. De hecho, alejarse de la casa natal sólo parece motivar la nostalgia continua, pero no ya la nostalgia de volver al lugar geográfico al que pertenecen, sino también a un tiempo que se ha ido (en esto podría recordar también Conti a la obra poética del chileno Jorge Teillier). Lo cierto es que los últimos cuentos se van haciendo cada vez más poéticos, evocadores e intimistas.
Sin embargo, aún queda espacio para el humor en cuentos como Devociones y Bibliografía. Este último, sobre un autor joven cuyo mayor deseo es publicar y que entra en contacto con un editor que pretende hacer negocio con él y no con sus libros. Conti se lo dedica a sí mismo, y cualquier aspirante a escritor debería leerlo.
Y llegamos al último cuento, A la diestra, el cuento escrito en la última mañana de un artista como hombre libre, el cuento que precederá a la cárcel, la tortura y la muerte. En su último párrafo, Conti vuelve a evocar a ese recurrente álamo carolina, que representa a su casa natal y a todos los suyos allá en la provincia, allá en Cachabuco, en el centro de su mundo.
Un conjunto de relatos muy notable, que deja un poso de melancolía y evocación poética similar al de la obra del comentado Cesare Pavese.