Mercedes Chacín.
¿Cómo es eso de que en el exterior dicen que en Venezuela hay una guerra civil? ¿Cómo es eso de que un diario venezolano dice que la Defensora del Pueblo justifica la tortura? ¿Cómo es eso de que la gente en el exterior dice que en Venezuela a los opositores de Nicolás Maduro “no los dejan salir de sus casas”? ¿Cómo es eso de que en Venezuela la clase media y alta protestan y las clases populares no? ¿Cómo es eso de que la oposición levanta barricadas con alambres, provocan la muerte de personas y son los colectivos los acusados de violentos? ¿Cómo es eso de que Madonna, Rihanna y Paris Hilton están preocupadas por nosotros? ¿Cómo es eso de que de un día para otro en Venezuela se están violando todos los derechos humanos? ¿Cómo es eso de que hay gente que ha muerto degollada por alambres de púas? ¿Qué hacemos? ¿Qué hay que hacer? ¿Cómo es eso de que lo que estoy viendo lo veo en los diarios al siguiente día pero al revés? ¿Será que estamos enloqueciendo todos?
Nada de eso. Nadie está enloqueciendo.
“Lo primero es aceptar y asumir que estamos en un contexto de guerra, esto no se trata de una situación de inestabilidad política sino que hay una agenda de guerra bastante clara, posmoderna, para decirlo de alguna manera. Una nueva guerra, un paso más allá de la guerra de cuarta generación, no por la velocidad sino por el objetivo central de esa guerra, que son los civiles, las personas normales, y porque no solo los recursos físicos expresan guerra. Eso implica ir más allá de la superficie política, incluso la ideológica, para poder enfriar la cabeza, cuando precisamente lo que buscan es calentártela, nublártela, aturdírtela por la vía de la información. La idea es dominar tu psique, opulencia informativa mediante, porque lo que hay es un exceso de información precisamente para que no se entienda lo que está ocurriendo”.
Lo anterior parece una frase sacada de un libro futurista, pero solo es la primera recomendación que nos hace Diego Sequera, jefe de redacción de la página web Misión Verdad (nada más este nombre es sintomático de los tiempos que vivimos desde el punto de vista informativo), para entender qué es lo que está pasando en Venezuela.
“Aturdir”, “enfriar”, “objetivo”, “guerra” y “psique”… son palabras que parecieran no explicar cómo es que mi vecino decidió encerrarse en su casa “hasta que se vaya Maduro”, sobre todo sin saber a ciencia cierta cuánto tiempo puede pasar antes de que tal deseo pueda hacerse realidad. Vamos entonces a tratar de explicar todo esto yéndonos al principio, a los orígenes. Atemos los cabos sueltos. No podemos estar tan locos ¿no? ¿O sí?
REACOMODOS
El analista internacional Raimundo Kabchi cree que los fracasos sucesivos del imperio estadounidense en el Medio y Lejano Oriente, en Asia y en África, lo han obligado a volver la cara hacia América Latina. “Siempre he dicho que la política de Estados Unidos en el Medio Oriente se va a reflejar en nuestros países, en el continente y especialmente en Venezuela, porque si se ha dicho que las guerras del siglo XXI serán por los recursos, qué más que nuestro continente y qué más que nuestro país rico en recursos. Si estos recursos llevaron 500 mil soldados estadounidenses al Medio Oriente, Afganistán, Iraq, con más razón traerá a nuestro continente, quizás no 500 mil soldados, pero sí un diseño para reacomodar América a la medida de sus intereses”.
El periodista e investigador Víctor Hugo Majano explica que con la llegada de la Revolución Bolivariana un sector de la clase media se ha venido a menos. “La construcción del discurso anticomunista termina tocando a las capas medias, que han seguido el destino de la burguesía comercial importadora. La burguesía se ha ido depauperando. Una burguesía que tiene que mentir en su declaración de impuestos es porque de verdad está mal. Tenemos una burguesía comercial importadora que se convirtió en malandra. Y se metió en peos tan pendejos como hacer unos edificios y robar a la gente. Por eso es que las situaciones extremas de violencia han pasado en esos lugares, lugares a los que las capas medias en algún momento tuvieron acceso, residencias en urbanismos más o menos costosos como San Antonio de los Altos o Santa Fe. Personas que han fracasado laboral y académicamente. Ya sus padres están viejos, las pensiones no alcanzan y están desesperados. Esta gente copia los valores de la burguesía comercial importadora, que siempre estuvo a la caza de la renta petrolera por la vía comercial: “Yo especulo, yo robo, yo vendo más caro, yo compro en Miami y en Panamá y vendo más caro aquí”. Como empleados, como hijos de empleados que saben cómo se trabaja, tratan de repetir el mismo esquema. Y cuando se dan cuenta de que la cosa se les está apretando con los controles cambiarios, y no hay oportunidad de especular, en esa medida se lanzan a la calle y se les va la vida en esa vaina. Esos carajos están dispuestos a morir y a matar por eso. Ese es el gran peligro que tenemos”.
Mmmmmm, vamos entendiendo todo. Estados Unidos es un imperio en desintegración que quiere tener de nuevo su patio florido y aquí tenemos una burguesía depauperada, parásita, que se niega a perder sus privilegios. “Yo especulo pero doy empleo”. Malandros de cuello blanco y lentejuelas. Los mochos se juntan pa’ rascarse.
MÉTODOS Y MUNICIONES
Pero resulta que no todo es tan extraño. Esto ya lo habíamos vivido, con la misma burguesía parásita, con la misma clase media venida a menos. En abril de 2002 el presidente Chávez es secuestrado. Es devuelto a la presidencia gracias a la unión cívico-militar en unas 48 horas. Muere Chávez en marzo de 2013, víctima de una enfermedad espantosa… Gana Maduro en abril del mismo año la Presidencia de la República de Venezuela. ¡Que sí, chica, que las cronologías sirven para algo!
Sequera afirma que “se están aplicando los diez principios de propaganda de Goebbels. Dentro de la realidad simbólica hay expresiones físicas y corporales que se están manifestando. Lo vimos en grandes movilizaciones del principio del conflicto en Siria, donde hubo gente armada, infiltrada, difusa, que de repente empieza a agredir. No agredió el grupo entero. Primero con violencia verbal, luego físicamente a tirar piedras y luego empiezan a disparar y las fuerzas del Estado están obligadas entonces a responder, porque ya no es un caso estrictamente de orden público, sino que se pasa a la violencia armada. Y ahí justamente se empieza a orientar esa narrativa hacia un estado de sitio que es adonde quieren empujar a Venezuela”.
Ah, ya, la marcha del 12F con vanguardia violenta y la posterior activación de las guarimbas, primero con estudiantes y luego con paramilitares, mercenarios, terroristas (algunos de los terroristas ya están presos). Majano recuerda una película. En esa película en un determinado momento unos ciudadanos normales que viven en Estados Unidos, insertados en la sociedad estadounidense, están programados para activarse cuando reciban una llamada de la Unión Soviética y convertirse en terroristas suicidas. Eso hacen.
“En este momento pareciera que estamos viviendo eso, como que a la gente de oposición, a los guarimberos, a los extremistas, a los carajos que están en la calle protestando con un discurso y unos argumentos que no tienen ningún asidero, les activaron un chip. Actúan similar al 2002. En el caso de San Antonio de los Altos pareciera que estamos viviendo esos días, el mismo discurso, las mismas marchas, las mismas consignas, la misma rutina de los recorridos. Lo paradójico es que en ese momento eran niños los jóvenes que ahorita están tirando piedras y armando la guarimba. No son los mismos los que están haciéndolo. No son las mismas personas, pero actúan del mismo modo, tal como lo hicieron sus padres hace 12 años. Pareciera que hay una construcción de dogmas o paradigmas, con características hasta religiosas, donde no hay argumentación sino a través de esos dogmas”.
Sequera disecciona al “guarimbero mayor”, ídolo de varias generaciones de opositores. “Opera con los elementos del fascismo actual, que niega la existencia del otro. Él es un señuelo, un tipo que no tiene peso político, pero ponen a Robert Alonso a hablar porque es una guerra que se sustenta bajo la lógica del espectáculo, que también es una lógica fascista. Por un lado es muy sexy pensar que estás combatiendo al poder y ahí toda la narrativa que se te impone desde una clandestinidad, de la autodefensa, de la violencia legítima, cobra una nueva valoración y justificación ante lo que se está viviendo. Ese es el clima que están construyendo. Pero esa disposición de muerte ya estaba allí justamente con ese trabajo histórico e histérico que ha venido lentamente acumulándose en la cultura del espectáculo, en la farándula”.
Yanira Albornoz, también periodista e investigadora, precisa que el opositor Leopoldo López Mendoza “le colocó a estas protestas el sugerente nombre de ‘la salida’. Figura metafórica cargada de estrategia ideológica (fascista) y que considero es lo que impulsa las actuales guarimbas violentas. Quienes las promueven y ejecutan sin duda creen que es el mecanismo para lograr su objetivo: sacar al presidente constitucionalmente electo. Los jóvenes opositores de hoy son la cosecha abril-2002 de la desinformación/manipulación mediática y una dirigencia opositora altamente antidemocráticas. La derecha venezolana con demagogia ha sembrado y promovido sentimientos de miedo y frustración en sus seguidores y los exacerba a través de la violencia. Esto genera importantes perturbaciones emocionales y extravíos de la realidad”.
Ya van quedando menos cabitos huérfanos. Toda esta metodología encuentra una gran aliada en los medios de comunicación. Antes en 2002 y ahora en 2014. Sequera lo tiene claro.
“Esta guerra va en dos direcciones. No es nada más que nos están disparando a nosotros, al chavismo, sino a ellos con diferentes recursos. En ambos casos se tocan fibras sensibles que tienen un soporte histórico para manipular, para agredir. En el caso de los medios privados tratan de posicionar la existencia de un Estado ineficiente, que busca la desazón permanente y la legitimación de acciones contra un enemigo construido, que no es un adversario porque con el adversario se debate. En este diálogo de sordos precisamente lo que se hace es fomentar la sordera en ambos lados”.
Sin duda saben lo que están haciendo.
¿Qué hacemos?
Ellos saben lo que están haciendo y nosotros no somos mochos. Ni los chavistas ni los opositores. Aunque pensemos distinto, estamos siendo afectados por una minoría, comandada desde el exterior. A ver, que alguien me diga…
Albornoz cree que “ante la orfandad de una política comunicacional frente a la guerra mediática (manipulación y desinformación) que promueve un golpe de Estado en Venezuela y la intervención extranjera, las ciudadanas y ciudadanos tenemos que trabajar para expandir y fortalecer los sistemas de organización social que se han desarrollado durante el proceso revolucionario, la movilización y la comunicación alternativa, las reuniones y actividades comunitarias, culturales e institucionales que convoquen a la gente, las relaciones personales, los actos públicos como punto de encuentro en espacios geográficos determinados, entre otras, porque es a través de la interacción y la comunicación en la vida cotidiana que transformamos y construimos la realidad social. Estas son las verdaderas redes sociales a través de las que se logra trascender la realidad mediática que se intenta imponer y reproducir sobre nuestro país, así como la paradoja entre lo virtual y lo real. Aunque el veneno mediático es potente y psicosocial, tiene efectos limitados cuando se contrasta con la realidad”.
Majano nos convoca a trabajar: un primer paso para la gente es hacer el esfuerzo de documentar. La exigencia a los usuarios de las redes sociales del chavismo, que son bastantes, es que deben divulgar, retuitear la información e impulsar la divulgación de esos contenidos y en segunda instancia hacer una segunda revisión, una mirada detenida de las informaciones o de contenido gráfico que de alguna manera pretendan legitimar la protesta de estos sectores.
Sequera nos da de una vez el concepto de la campaña: “Vamos juntos a diluir el odio”, plantea Ramón Mendoza, el Cayapo. Una de las premisas que maneja Ramón es: en un día de furia arrasamos con el este de Caracas pero, ¿cuántos años nos toma correr con las consecuencias de ese acto? En un día podemos mandar a la mierda todo lo que hemos podido construir con el mínimo de violencia posible. Esa no es la revolución que proponía el Comandante Chávez, que tenía la paz como principal instrumento de combate.
Ciertamente así es. Pero necesitamos más claves, cartillas. Sequera propone algunas:
1) Tenemos que reconocer que estamos en un contexto de guerra . 2) Debemos “tener confianza en los liderazgos, confiar en Nicolás Maduro y Diosdado Cabello”. 3) Y por último hacernos visibles porque eso tiene un efecto disuasivo. Hay una comprensión real del chavismo de lo que está ocurriendo y quizás lo único que falta es que hablen más, que sean más visibles, que tengan el micrófono y la cámara más directamente. No hacen falta mediadores, y no es asunto que dependa de las UBCH o del partido o del consejo comunal, porque hay una subjetividad clara de eso.
Desde el 12 de febrero de 2014 hasta el día que esto escribo han muerto 23 venezolanos en eventos asociados a la violencia callejera. Trece de esas muertes se produjeron en las guarimbas violentas. Cuatro muertes pueden atribuirse a agentes de seguridad de Estado. Otras cuatro personas mueren durante protestas opositoras que no necesariamente pueden atribuirse a las fuerzas de seguridad. Dos personas mueren en circunstancias aún no esclarecidas: una, vinculada a grupos no identificados, y la otra, cuya relación con los hechos de violencia aún debe confirmarse. No obstante, en el exterior el gobierno de Maduro es considerado culpable de todas esas muertes. Ciertamente saben bien lo que hacen. Tenerlo claro aclara el camino a seguir, sin fanatismos ni actos heroicos, y mucho menos jugar el juego imperial. “Empiecen a matarse rápido que yo voy luego y los contento”. ¡Nunca más!
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