Revista Opinión
Fernando Pessoa (Lisboa 1888-1935) es un escritor portugués conocido por ser autor de una obra plural, desconcertante, heterodoxa y en extremo original, en la que destaca la singularidad de sus heterónimos, personajes ficticios en los que desdobla su fértil imaginación para crear otros “yo” a los que atribuye la autoría de gran parte de su producción literaria, especialmente Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Álvaro de Campos, con quienes ejercita el “poder de despersonalización dramática” (Caeiro), la “disciplina mental” (Reis) y “toda la emoción que no debo ni a mí mismo ni a mi vida” (de Campos). Cultivó la poesía, siendo uno de los poetas más celebrados en vida, el ensayo literario y estético, el teatro, la fábula y la novela, aunque nunca completó alguna. También escribió una amplia gama de textos autobiográficos, entre cartas y escritos íntimos, de pensamiento político, de filosofía, de teología y esoterismo, además de artículos sobre el comercio y la educación y hasta sobre las relaciones con los demás y consigo mismo, todo lo cual permite valorar la enorme complejidad de un atormentado y hermético escritor sin duda paradójico, pero extremadamente lúcido. Junto a Camoens, es el escritor portugués más conocido dentro y fuera de su país, aunque la totalidad de su obra no haya sido completamente publicada y aun depare previsibles sorpresas literarias.
El libro del desasosiego (Livro do Desassossego), la principal y más reconocida obra de Pessoa, es universalmente admitida como un clásico de la literatura del siglo XX. Firmada con el heterónimo de Bernardo Soares, de quien dijo su autor “soy yo menos el raciocinio y la afectividad”, es una acumulación de fragmentos que participan del diario íntimo, el ensayo, el poema en prosa e, incluso, de lo narrativo y lo descriptivo, un proyecto al que el autor nunca llegó a dar forma definitiva, aunque sí título. Trata sobre la desolación y la imposibilidad de hallar un sentido a la vida, tan fragmentaria y abúlica como la propia personalidad del autor y su imposibilidad para escribir, dado su estado de “abulia absoluta”, con la atención y la dedicación necesarias. Es por ello que "acabar" el libro -si se puede considerar así- le ocupó la mayor parte de su vida, desde 1912 hasta casi el mismo año de su muerte. No obstante, se ha convertido en un hito capital no sólo de la literatura portuguesa, sino de la cultura de nuestro tiempo.
Pero son los cuentos pessoanos los que brindan una oportunidad de descubrir el vasto y paradójico universo narrativo del escritor lusitano. Relatos alejados de la temática y estructuras habituales para presentar situaciones, diálogos y enigmas indescriptibles, en los que no es raro leer afirmaciones filosóficas, consejos morales y hasta experiencias de iniciación esotérica. En ellos se pueden hallar “perlas” de tal enjundia: “Hay fanáticos y creyentes tanto en la creencia como en la descreencia” (Memorias de un ladrón), “La humanidad es una enfermedad de la naturaleza” (En un bar de Londres), “Estamos a la misma distancia infinita de la verdad que de la felicidad” (El eremita de Serra Negra) o “Para mí, los viajes y el sueño de esos viajes no son dos, sino una misma cosa” (La perversión en lontananza).
Las doce narraciones breves recopiladas en el delicioso librito El mendigo y otros cuentos (Editorial Acantilado, Barcelona 2019) permiten vislumbrar la personalidad plural de Pessoa y algunos de los asuntos que le preocupan u ocupan. De hecho, la ficción le sirve a Pessoa para abordar el aspecto filosófico, científico o metafísico de cuestiones de su interés, a veces mediante el intercambio de ideas o el diálogo entre dos personas, una que enseña y otra que aprende, como especie de fluido mental sin acción. También, incluso, para narrar valores morales paradójicos, como la defensa del robo como una bella arte o el asesinato como modo de estar en paz con la Iglesia y la conciencia por parte de una mujer que se rebela a un destino predestinado, escrito con voz femenina.
Todos los cuentos de este libro, entre los muchos que escribió Fernando Pessoa desperdigados en manuscritos y fragmentos, a veces como simples textos incipientes o en función de proyectos inconclusos, traslucen las diversas personalidades literarias del autor y rasgos de su proceso de creación, que continuamente transita de una personalidad a otra y de un proyecto a otro, como señala en la Nota Introductoria Ana María Freitas, responsable de la edición de esta primera recopilación en español. Sin duda, una oportunidad para conocer la faceta cuentista del escritor lisboeta.