Revista Cultura y Ocio
El sello La Fea Burguesía, que nació de la confluencia entre los editores Paco Marín y Fernando Fernández y el escritor Paco López Mengual, prosigue en su ambicioso camino de consolidación en el mundo de las letras. Y llega a su volumen número 13 (rotulado en el lomo como 12 porque hubo un tomo inicial 0) con la obra Cuentos suspensivos, del narrador madrileño Antonio Parra Sanz, crítico, cuentista y novelista, además de organizador de eventos culturales relacionados con la novela negra y con el mundo de la lectura.Quienes frecuentamos sus obras desde hace tiempo encontramos en las páginas de este nuevo libro dos alegrías complementarias: la primera, volver a disfrutar con relatos que ya conocíamos, pero que nos siguen maravillando con su humor, la riqueza de su vocabulario, su ritmo espléndido, sus protagonistas inolvidables y sus finales calculados con pericia; la segunda, ampliar nuestra admiración por Antonio gracias a los nuevos textos que completan el libro. En el primer bloque tenemos al tierno exboxeador que se obstina en recuperar migajas de su gloria pretérita para impresionar a la Karenina, una prostituta que se incorpora al club de alterne donde trabaja como portero (“El sueño de Tántalo”), a la mujer que cocina atroz y primorosamente para su marido (“Delicatessen”) o a los policías Carmona y Palazuelos, que investigan la extraña muerte por cremación de un personaje de la calle (“Ícaro”).Por lo que respecta a los nuevos relatos, otra sorpresa aguarda a sus lectores: Antonio Parra diversifica su oferta y suministra cuentos de extensión parecida a los ya mencionados pero también microficciones, lo que sirve para enriquecer la visión que tenemos de su talento narrativo. Una docena de éstas últimas sirve para demostrar su pulso en el terreno corto. En suma, recibimos un gran arco temático y estilístico, donde el autor nos traslada a pueblecitos pontevedreses taladrados por la lluvia y por la superstición (“La tormenta”), a celebraciones eucarísticas salpicadas por la actualidad más putrefacta (“Ite missa est”) o a situaciones donde el humor y el horror conforman una masa compacta (“Inevitables golosas”).
Antonio Parra Sanz ha conseguido, obra tras obra, aquilatar un modo narrativo que ya resulta inconfundible en el panorama regional y que es admirado por un número creciente de lectores. Si ustedes asocian su nombre con la obtención del más reciente premio Libro Murciano del Año por su novela La mano de Midas, amplíen el ámbito de su curiosidad y acérquense hasta sus cuentos. En pocas voces narrativas podrán encontrar tanta calidad y tanto disfrute.