Son muy pocas las cosas que nos pueden acompañar en el último viaje: los zapatos favoritos, una medalla, nuestro mejor traje, una difícil elección para el camino a la eternidad.
Hay quien en esa complicada elección elige su inseparable Sombrero como acompañante, una medida previsora, por lo que nos pueda esperar en el más allá…quizás llueva.
Una reflexión que seguramente se planteó el protagonista del relato que hoy les presentamos, uno de los cuentos finalistas en la V Edición del Concurso de Microrrelatos “Cuentos y Sombreros”.
Hoy les presentamos “Don Severino” escrito por Javier Louzano Centeno.
El día que murió D. Severino sucedieron dos cosas extrañas: la primera con antecedentes y la segunda inexplicable.
Don Severino había sido el cura-párroco de San Bernardino Del Oza los últimos 50 años y de todos era sabido, que desde tiempo inmemorial había utilizado un sombrero borsalino negro con cinta grogré carmesí. También todo el pueblo había visto cómo al cerrar el ataúd, el sombrero estaba en la cabeza del presbítero. Pues bien, llegando al cementerio, vieron con estupor cómo dicho sombrero, mecido por una leve brisa, coronaba una de las torres que sujetaban el arco de entrada al camposanto.
Todavía sin reponerse por la impresión, la comitiva llegó a las mismas puertas del cementerio y ahí se encontraron con la segunda sorpresa; al pie de las puertas había otro sombrero idéntico y encima una nota que decía:
“Cerrado por defunción”
Javier Louzano Centeno
Finalista de la V Edición del Concurso de Microrrelatos “Cuentos y Sombreros”, organizado por Sombrerería Albiñana
Una vez más tenemos que felicitar al autor, por la originalidad de la historia y la calidad del relato. Otro cuento merecedor de premio, sin duda.
Muchas gracias, Javier, por haber participado en el concurso y felicidades por el trabajo.
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