El otro día me fui de paseo y entre camino y camino acabé en uno de mis sitios favoritos: algunos lo llaman escombrera pero a mí me parece que es el sitio donde van a parar las cosas que aún pueden encontrar otra vida. Voy mucho por ahí, quizás porque sigo pensando en las posibilidades de todo lo que nos rodea. Y encontré un montón de cuerdas, decenas de cuerdas, cientos de cuerdas. así que me puse a maquinar y en pocos días se han convertido en algo extraordinario: en parte de la cabaña de mis primas, en tiestos tejidos a mano y en un palo de la lluvia extraordinario.
Y sigo ideando. No olvidéis nunca que lo que a alguien no le sirve, puede convertirse en extraordinario para otro. Ahora más que nunca, deberíamos recordarlo.