Supongo que nunca sucederá, pero si algún día me decido a escribir algo, ojalá se parezca una décima parte a como escribe el Señor Harry Crews. Después de leer Cuerpo, que descubro tarde como siempre, me pregunto, no por mí, porque yo llego a las buenas novelas siempre a través de terceros, que son los más leídos y los que me aconsejan, me pregunto, ¿porque no se lee más a gente como Crews? Y de Crews a Hawkes y a Gass, a Coover a Gaddis y a tantos otros que se leen tan poco. Un montón de gente interesante, por decirlo sin pedantería, que está básicamente descatalogada o que se edita con cuenta gotas y que en ventas, responden básicamente al romanticismo más que al negocio. Supongo que por eso mismo un montón de ellos siguen en el ostracismo.
Pero hablemos de culturismo.
Ambientar una novela en el mundo del culturismo y, más concretamente, en una competición tan señalada como el Miss/Mister Cosmos, me parece absolutamente bizarro (tanto en el significado español de valiente, como en el francés de extraño, freak). Porque si el culturismo, ya de por sí, es un mundo que a todos nos parece bastante surrealista, extremo, bruto y oscuro, lo que hace Crews en esta novela es una auténtica bomba atómica. Porque enfrentar dos clases tan alejadas, dos estratos sociales tan distintos, dos maneras de ver la vida tan diferentes como son los Turnipseed por un lado y un hotel lleno de culturistas medio en pelotas que aspiran a ser campeones del mundo por otro, es la mezcla más brutal, divertida, cruel y extraña que jamás he visto en mi vida.
Dejadme que os hable de la familia Turnipseed: del sur, pero muy del sur, lo que a todas luces llamaríamos paletos; mal hablados, mal educados, simples, ruidosos, tirando a estúpidos y, lo más importante, violentos. Pero de toda la familia, el más peligroso con diferencia es Harry Barnes, al que todo el mundo llama Cabeza clavo, un tipo ultra violento que no se separa nunca de su gran navaja plegable y que tiene la extraña manía de ir estrangulando a cuanto se le ponga por delante.
Y lo que tenemos en Cuerpo es: un hotel lleno de culturistas de todo el mundo concentrados para ganar el título más importante de sus carreras, y entre ellos, la favorita para ganar el título de Miss Cosmos, Shereel Dupont, o como se la conocía antes de pasar por las manos de Russell Morgan ¨El Músculo¨, la señorita de Waycross, Gerogia, Dorothy Turnipseed. Así que tenemos una culturista preparada para ganar el título mundial, a la que ha venido a ver su familia, una familia de paletos totalmente locos incapaces de entender porque un montón de tíos y tías se pasean medio en pelotas por un hotel, pero lo más importante, no entienden porque su Dorothy a la que no ven hace meses, se ha hecho eso en el cuerpo, va medio en pelotas y sobretodo no entienden porque se ha cambiado su precioso nombre por uno tan estúpido como Shereel.
Os juro que esto es muy loco.
Las escenas de los Turnipseed interactuando con cualquier cosa o persona son absolutamente demenciales; con otros culturistas, con el entrenador de Dorothy, con el subdirector del hotel, con todos, es como soltar un montón de niños en una tienda de juguetes, donde todo es nuevo y extraño.
Tenemos a los Turnipseed haciendo de las suyas por el hotel, y tenemos a Shereel Dupont y a Russell intentando concentrarse en ganar Miss Cosmos. La crueldad que imprime Crews en todo lo que rodea a Shereel, visto entre líneas, se compensa un poco con los toques divertidos de la familia Turnipseed. Aunque conforme avance la novela y se ahonda más en la trama vemos que el humor solo es una fino velo para enmascarar una crueldad y una tristeza omnipresentes. Porque todo ese mundo de cuerpos perfectos, de cuerpos esculpidos con sangre sudor y lágrimas, no es más que un gran show de postín, un gran espectáculo que termina cuando se baja del escenario y no se es nadie, un gran engaño al que nadie presta atención.
Además de enseñarnos el conflicto de enfrentar a una familia como los Turnipseed a un mundo totalmente ajeno a ellos, de enfrentar la rudeza de la vida real con el simbolismo de un gran teatro como es el culturismo, de enseñarnos el culturismo en sí, todo ese esfuerzo por la gloria, todo ese oscurantismo de batidos, hormonas, chutes, dietas brutales y privaciones letales, Crews nos presenta ambos mundos sin juzgar ninguno de ellos, sin decantarse por ninguno de los dos, simplemente exponiendo los hechos y dejando que el lector escoja su bando.
Y leyendo a Crews piensa uno inevitablemente en gente como Chuck Palahniuk, y en gente de su generación, porque la esencia de Palahniuk y los que llegaron detrás está directamente influenciada por Harry Crews, de él y solo de él aprendieron tipos como Palahniuk, solo que lo hicieron a medias, nadie es tan bueno como el cabrón de Harry Crews. Esa manera de reírse de lo que a uno le rodea, de confrontar mundos, de ponernos delante de los ojos las realidades más histriónicas; como hace Palahniuk en Monstruos invisibles, en Error humano, o en Al desnudo, beben directamente del estilo de Crews. Pero a ellos les faltan las lecturas entre líneas, les falta la contundencia, les falta la aspereza, que hacen que leer a Crews sea revelador e intenso y leer a l resto un simple entretenimiento.
Leed a Crews, es el único escritor que he visto peinando cresta que se ha ganado todo mi respeto.
Cuerpo
Harry Crews
Acuarela-Antonio Machado 2011
344 páginas.