Revista Infancia
"Todas las personas mayores fueron al principio niños. (Aunque pocas de ellas lo recuerdan.)"
(Antoine de Saint-Exupéry)
Existe una confusión generalizada entre lo que significa crianza con respeto y lo que algunos lectores del blog han definido como “Crianza caprichosa”. Comencemos a diferenciarlas definiendo sus conceptos básicos según el diccionario:
Criar: Instruir, educar, dirigir.
Respeto: Sentimiento que lleva a reconocer los derechos, la dignidad o decoro de una persona o cosa y a abstenerse de ofenderlos.
Capricho: Deseo vehemente, antojo.
Según estas definiciones podríamos definir “Criar con respeto” como la educación o instrucción que se le da a un niño en casa y en la escuela, enseñándole a hacerse respetar, a sentirse amado, importante y valioso. A saber que sus derechos terminan donde comienzan los de su prójimo, pero absteniéndonos de ofenderlos y por supuesto de maltratarlos.
La “Crianza con capricho” (Término que ha nacido a raiz de muchísimas conversaciones con lectores y allegados) podría definirse como la educación e instrucción donde se satisfacen todos los deseos materiales (o al menos los que están al alcance), donde algunas veces no se maltrata físicamente pero se chantajea emocionalmente, o simplemente se es indiferente a las verdaderas necesidades afectivas, donde se deja de fijar limites y donde se exige el respeto que no se da, o en el peor de los casos se permite irrespetar.
Pero ojo, no hablo del respeto ciego que algunos adultos exigen, más no dan. No se puede pedir lo que no se da. Si irrespetas a un niño, es totalmente absurdo que le exijas respeto a cambio. Si le dices que debe hacerlo simplemente por que eres mayor, y tu conducta hacia con él o hacia los demás es contraria, quizás te temerá, pero no te respetará.
Un niño criado con respeto, respeta. Un niño criado con amenazas o violencia, teme. Un niño criado de manera caprichosa desconoce límites y exigirá complacencia todo el tiempo y en todo lugar (Y no me refiero a complacer las necesidades afectivas reales)
Criar con respeto no es, como muchas personas creen, regalar objetos para "demostrar amor"; satisfacer cualquier deseo material para evitar berrinches; permitir conductas inapropiadas, a veces con violencia incluída, en fin, dejar que los niños hagan lo que les de la gana, cuando y donde les dé la gana. NO, se trata más bien de un dar y recibir amor, atención, tiempo, paciencia. Pero óigase bien, DAR Y RECIBIR; debe ser bidireccional.
La mayoría de los adultos que conozco y oigo quejarse de que sus hijos son irrespetuosos, desconsiderados, caprichosos, mezquinos y una infinita lista de atributos o mejor dicho defectos, debería detenerse a revisar cuantos de estos defectos de carácter no son más que proyecciones de ellos mismos reflejadas como en agua cristalina . Los niños son espejos fieles donde se proyectan sus padres, sus maestros y hasta la misma sociedad; y eso en vez de condenarlo, deberíamos aprovecharlo para nuestro propio crecimiento.
¿Quieres que te dé un secreto para que tus hijos o alumnos te escuchen, con verdadera atencion en caso de que quieras comenzar a enmendar las cosas, por que la comunicación "se te ha salido de las manos”? Deja de hablarles desde el adulto, desde la autoridad unidireccional que exige respeto por que sí y no dá nada parecido a cambio. Háblales desde el suelo, como un niño. Bájate de tu pedestal de progenitor o maestro, ensúciate, acuéstate en el piso y mírale a los ojos con amor, no con autoridad inflexible. Los niños "respetan" el autoritarismo por puro temor. Pero existe alguien que fácilmente logrará conexión con su esencia y su alma, ese es tu propio niño interno y él no sabe hablar desde las alturas del poder, solo sabe conversar y escuchar desde la simpleza, la humildad y el amor, poniéndose a la altura de su interlocutor y mirando el mundo con el mismo cristal limpio y aun a salvo de la suciedad del mundo adulto.
Por Elvis Canino