Siguiendo con la entrada de ayer voy a contar dos de las cosas que nos pasaron allí con ingleses.
Una mañana bajamos a la piscina para niños y como siempre todas las hamacas ocupadas con sus toallas y sin nadie. Vemos que en medio de todas hay una solitaria que, oh que casualidad, no tiene toalla, así que me acerco y dejo nuestras cosas encima. No me había dado tiempo ni a sentarme cuando de repente y no se por donde se me acerca gritando una inglesa y con muy malos modos y muy malas maneras me dice que esa hamaca es de su familia y que aunque no tenía toalla es suya porque esta en medio de el resto que tenían reservadas. Me dejo a cuadros, no por lo que dijo, sino por la forma de decirlo, parecía que me iba a comer y con una prepotencia y chulería. Si me lo hubiera dicho de buenas maneras pues no me hubiera importado, tranquilamente hubiera recogido mis cosas y ya esta. Pero me dio tanta rabia que le dije en español que no la entendía y puse cara de tonta. La chica gritandome me lo volvió a explicar y yo seguí poniendo cara de tonta. A la tercera vez que me lo explico y como veía que al final era capaz de pegarme, tranquilamente y sin levantar la voz le dije que no se preocupará que ya me iba y empecé a recoger mis cosas. No se si le sentó mal que se lo dijera tranquilamente y sin alterarme o el qué pero el caso que la tía siguió gritándome hasta que me fui. La educación se la debió de dejar en su país. Lo peor de todo es que la tenía que seguir viendo cada vez que bajábamos a la piscina.
Otro día vamos a visitar un pueblo que tiene unos acantilados que son famosos por allí. Conseguimos aparcar en una calle que da al puerto y que para pasar caben mal dos coches uno en cada sentido, y eso yendo con mucho cuidado porque los que salen del puerto van por el lado del agua y no hay ningún tipo de protección entre la calle y el agua. Cuando nos vamos vemos que hay una fila de unos diez coches intentando salir del puerto. Digo intentando porque en el otro sentido hay dos coches que quieren ir hacia el otro lado y en ese trozo de calle no hay sitio para que pasen dos coches a la vez. Lo lógico y normal y además por la cantidad de coches que había intentando salir era que los dos coches que entraban dieran un poco marcha atrás para que salieran los otros y luego entraran ellos. El primer coche era lo que quería hacer pero el segundo coche conducido por un ingles dijo que de allí no se movía, que el resto de coches pasaran como pudieran. Nosotros mientras sin poder salir tampoco del aparcamiento. Y allí nos tienes a quince coches parados porque al ingles de los cojo... se le metió en la cabeza que el no daba marcha atrás a su coche ni medio metro. Estuvimos como veinte minutos así, por más que todo el mundo le decía que diera un poco marcha atrás a su coche él erre que erre. Y es que nadie se podía mover. Al final el primer coche se arrimó como pudo un poco más a la derecha y con ayuda de una mujer que iba dirigiendo a los coches que salían fueron pasando uno a uno, aunque si soy yo me niego a pasar porque veía que alguno acababa en el agua de lo cerca que tenían que pasar del borde. Pero el ingles no movió su coche hacia atrás ni un centímetro y se salió con la suya. Me dio una rabia. Diez coches haciendo maniobras peligrosas para que él no moviera su coche.
Se perfectamente que no todos los ingleses son como estos dos espécimenes que he contado, pero es que creo que en este viaje me he ido encontrando a todos los mal educados y prepotentes. O es que veranean todos en el mismo sitio.