Cuestión de Fotogenia

 ¡Hola! El otro día, revolviendo en un cajón de la cómoda del salón donde tengo guardadas todas las fotografías antiguas –ahora se almacenan antes en el ordenador y ahora en el móvil-, estuvimos viéndolas y tengo que admitir que la mayoría de las fotos que tengo de mí son horribles. No soy fotogénica y eso provoca que las fotos que tengo sean estas: 

• Fotos de vacaciones donde no existo, y no es porque fuera yo la que hiciera la foto, que también, sino porque quien tuviera la cámara vio que para inmortalizar el momento del grupo era mejor que yo no saliera.

• Fotos en las que parezco el gnomo de jardín de la película de Amelie, volando por todo el mundo. Vamos, las mismas postales que el supuesto gnomo enviaba, así son las mías conmigo misma, yo sola delante de la torre Eiffel, de la torre de Pisa, del monumento a Lincoln en Washington…

• Fotos de fiestas en las que salgo con la boca abierta, brazos arriba, piel blanca brillante, ojos vidriosos… y un estilo discotequero muy ochentero. Hay que ver qué daño ha hecho el flash en las fotos de la noche.

• Fotos de tiempos remotos en blanco y negro que te las hacía un fotógrafo profesional y te sentías como Catherine Deneuve.

 De todos modos, con el tiempo, he encontrado algunas soluciones: #1 La cámara del móvil es una maravilla. Aunque obviamente no goza del espíritu de David Bailey, es suficiente para aparecer guapa con un milagro de la tecnología. #2 Los filtros. Hoy en día, casi todos los editores de fotos que tienen los móviles incluyen filtros; y si no, los tomamos prestados de Instagram! #3 Dientes. Si, dientes dientes como decía La Pantoja. He aprendido que cuanto más se te vean los dientes en la sonrisa, más guapa sales en las fotos. #4 Selfies no.   Y si a todo esto añades el tener un amigo especializado en retoque digital, entonces ya lo bordas.  La verdad es que con el mundo digital ya no tengo fotos horribles...  ¡Hasta mañana!    Imagen superior vía Fiveprime