El príncipe de las ocurrencias tendrá que bailar con la más fea, si quiere mantener en pie el licor separatista
l punto de la troika al verso suelto de Hispania, ha frenado de un plumazo los caballos díscolos de la Diada. El miedo griego al destierro de Europa - en sus pasadas elecciones -, ha contagiado su virus a los vecinos de Cataluña. La "cruzada nacionalista", emprendida por los laureles de Mas, ha sido cortocircuitada por el veredicto de las urnas. La cartera – en palabras del tertuliano – ha desplazado a la bandera en sus aspiraciones separatistas. Las aguas sucias de la campaña -vertidas por El Mundo a las cloacas del Estado - y, la nefasta gestión del Príncipe de CIU, durante sus dos años en los atriles del Parlament; han cocido los caldos del ridículo en los fogones estéticos del patriotismo frustrado.
En el campo de batalla, luce el mástil carcomido de las tres franjas de España, en un desierto ideológico de rosas marchitadas y puños cadavéricos. Las carnes trémulas de la contienda, atraen el vuelvo bajo de las gaviotas a través de las sombras dibujadas por el fantasma helénico de Europa. Los supervivientes de la tragedia miran con recelo las intenciones del otro en los polos opuestos del reparto de su feudo.
La palabra "fracaso" hunde en el descrédito de sus súbditos el carisma sagrado de su jefe de emociones. Hoy más que ayer, las lentes de Lleida miran de reojo los laureles del Cesar desde el balcón endémico de la promesa. La guerra está perdida.
El resultado de las urnas catalanas, pone sobre la mesa de las verdades; los mismos mimbres antinatura, que en su día acercaron a Patxi y Basagoiti en su pugna por el cetro. Entre las mozas del salón. Probablemente, el príncipe de las ocurrencias tendrá que bailar con la más fea, si quiere mantener en pie su licor separatista. El tango antinatura entre "derecha - CiU – e, izquierda – ERC -" será, sin duda alguna, la opción suicida para investir a Mas: president de Catalunya. Mientras el referéndum soberanista une las orillas entre los puertos ideológicos de los extremos nacionalistas La línea de recortes de CIU en contraste, con las curvas keynesianas de ERC, siembra de espinas las sendas de CiU para conseguir su alianza con las filas de Junqueras.
Por su parte, el tándem CiU con otras fuerzas votadas resulta inverosímil por la divergencia principal en cuestión territorial. Ante esta tesitura, la postura de la Crítica opta por la geometría variable, como la opción menos mala para gobernar con acierto en los mentideros catalanes
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