No extraña que el PSOE defienda el sistema electoralista venzolano, uno de los más fiables del mundo, y muchos de sus conspicuos se consideren fervientes antiimperialistas; menos raro aún me parece que Dª Elena Valenciano capitanee este tipo de reivindicaciones, porque entre los políticos españoles y los estadounidenses media una notable diferencia, al menos en la imagen. Precisamente, la entrada de hoy se ilustra con la que fue una de las mujeres más poderosas del mundo que, en comparación con nuestra notable Sra. Valenciano, muestra una sustancial diferencia. El político, como la mujer del César, no solo tiene que ser bueno, sino parecerlo, incluido en ello la oferta de un “look” propio del prestigio que supone el cargo público y del respeto que mrece su actuación en el mismo. Los descamisados, tras la moda iniciada por D. Felipe, el de los cien años de honradez, están ya dentro del grupo de Visa platino y “casual wear” de Armani, y eso casa mejor con adinerados pasajeros de yates en el Meditérráneo que con responsables de la vida y recursos públicos. En el fondo, todavía tenemos mucho que aprender de los americanos, esos que critica la familia Bardem justo antes de alquilar los servicios en uno de sus más prestigiosos hopsitales.