"¿Y la poesía? ¿No habría qué «preservar» la inspiración inicial y espontánea?", preguntó alguien en un posteo publicado en la fanpage de la revista literaria La Balandra donde se refrescaba aquella incógnita disparada en su Número 2: ¿Corregir o no corregir? Me quedé pensando en eso: en qué es la inspiración, en qué la espontaneidad.
Para mí corregir es fundamental. La inspiración es sólo un soplo, el primer estímulo, la incomodidad que lleva a sentarnos y comenzar pero no el fin en sí mismo. Corregir potencia, da forma al bruto que es el primer borrador. Y eso, creo, aplica al género que sea. Por supuesto, hay que respetar a ese bruto, a esa médula, pero para llegar a ella hay que escarbar hasta encontrar el hueso. Alejandra Laurencich me salvó citando a William Faulkner:
«Yo no sé nada sobre la inspiración, porque no sé lo que es eso. La he oído mencionar, pero nunca la he visto»
También recordé a Fernanda García Lao que en ese mismo número de la revista hablaba de que un texto sin corregir es un salvaje, un buitre al que hay que domesticar. Hay otras opiniones, por supuesto, pero me gusta esa metáfora. Y Ud. poeta, Ud. escritor colega, ¿qué opina de la corrección?
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