Revista Opinión

Cuestión de pactos

Publicado el 19 febrero 2016 por Franky
CUESTIÓN DE PACTOS Ciertamente, esa es la cuestión. Es lo más lógico, ya se ha dicho desde el principio. Felipe González ha propuesto a los partidos pactar el gobierno de los tres PP, PSOE y C’s, presidido por Solana; lo sorprendente es la novedad de la presidencia que aconseja y, sin duda, que lleva toda la razón; es necesario terminar esta inquietante espera de pactos que no tienen arreglo por las formas imprecisas, las ambiciones y egoísmos y la falta de miras, más la aritmética. A ello, se une que la última encuesta publicada por el ABC apunta que de celebrarse hoy elecciones el PP perdería 12 escaños, el PSOE se quedaría en cuarto lugar y suben los otros dos nuevos partidos; para colmo de esta perentoriedad, no tendríamos ya más que España cayera en manos de manos inexpertas y rompedoras.

Rajoy ha periclitado; el repliegue de la investidura por no tener apoyos y los 17 noes del mediocre y ofensivo candidato socialista le dieron la puntilla; y el caso es que ninguna de las alternativas a la vista presenta la recia urdimbre que en el momento actual necesita España, para salir de la incertidumbre y avivar el crecimiento que remedie el paro y saque del hoyo a las familias que sobreviven entre grandes dificultades. Rajoy se inhibe de la realidad en favor de la pasividad, se tiende mirando al infinito a verlas venir y don P. Sánchez cargado de ambición, vacío y tosquedad apenas coincide con nadie y casi ni lo sabe él; y sin saberlo también a los españoles nos está envolviendo un percal obscuro y fatal con su capa de zafiedad y la peligrosa amenaza de la antigualla del leninismo. La mediocridad marca la raza de profesionales de la política que nos piden el voto, para instalarse en sus poltronas y no saber quiénes somos nosotros ni qué es el ‘Bien Común’, ni aprovechar la mayoría absoluta, mejorar al ciudadano y corregir las imperfecciones de esta democracia; a esa especie autóctona sólo le interesa la promiscuidad del dinero y la riqueza ilícita atrapada en sus bolsillos, en los de todos los partidos, aún en los emergentes descamisados. ¡El espectáculo es inquietante y lamentable! En España el político es un tipo obtuso y minúsculo que no convence ni se deja convencer, no llega al mínimo de altura y talla de aquella magnitud de la Transición del 78.

La reunión con Pedro no fue un paripé, sino que Rajoy quiso demostrar que está dispuesto a entenderse con Sánchez, pero este con Rajoy no quiere nada, sólo ir a lo suyo, a montar su gobierno «progresista» y, tomando la Moncloa, salvar su puesto; por su parte, Rajoy espera que fracase y entonces se presentarse él; aunque corre la teoría de que Rajoy debe dimitir por el bien de su partido y el de España. Claro que ahora no debe hacerlo, sino cuando haya pasado el momento crítico, porque hoy se tomaría como una huida o derrota y porque eso llevaría ipso facto al «gobierno de progreso» de Sánchez e Iglesias que, dando por finiquitada la etapa del PP, preparan revertir todas las reformas que ha hecho el PP, e iniciar una nueva etapa de ineficacia y desbarre ante los grandes problemas internos y externos que tiene este País.

La ciudadanía empieza ya a estar harta mucho más allá de lo que cabe; el inmenso problema de la corrupción, que afecta a todos los partidos, hace daño a la democracia, y no sólo a uno de ellos; por más que el duopolio televisivo y compañeros de peregrinación se empeñen en hacer bandera de ello contra el PP, el partido con mayor grado de corrupción en España es el de los ERE, aunque logren demoras y maniobras que hagan prescribir algunos de sus delitos y alargar los trámites; muchos votantes hastiados por ello se han cambiado de parroquia, se han pasado airados y confusos al partido financiado por Irán y Venezuela, dos democracias ejemplares. Hasta el centro-derecha está desmoralizado aún en caso de gobernar con mayoría absoluta; y, si le sobrevienen unas cuantas investigaciones por corrupción, se hunde del todo; lo de la corrupción del PP de Madrid y de Valencia es para una purga, pero contrasta vivamente con la chulería y autosuficiencia con la que la izquierda, PSOE y Podemos, se pasean con casos de corrupción iguales o peores que aquellos. No hace falta aquí profundizar en las tendencias autodestructivas de la derecha social e intelectual; no lo decimos, porque la purga no sea necesaria en el PP, sin duda ninguna, de que sí, en el PP de Valencia, de Madrid y el de todo lugar que se dé a la mangancia, pero, desde luego, también tendría que haberse producido la purga y la autocrítica de la izquierda sea cual sea nacionalista, liberal o convergente. La gente está ya cansada y amargada de penar tantas penurias, paro, faltas e impuestos, frente a tantos profesionales de la política, de la poltrona yde la palabrería; y las reformas necesarias sin hacer: la independencia y la rapidez de la justicia, la ley electoral, vital hoy en esta espera, y el asunto sedicioso de unos catalanes. ¡Y para colmo, con mayoría absoluta! No es para hastiarse, sino para más allá.


C. Mudarra

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