Revista Diario
Todos los años, como a novelera no hay quien me gane, hago el calendario de adviento a mis hijos con 24 regalitos. Invariablemente, el primer regalo del calendario es otro calendario de esos que venden en el súper con ventanitas en las que hay cuadraditos de chocolate, de forma que, al que no le toque regalito, le toque, al menos, la chocolatina. Pero este año, mi madre, mi cuñada y la seño que les da inglés también tuvieron la misma idea. Así que mis hijos se vieron de repente con cuatro calendarios de adviento, lo que, traducido significa cuatro chocolatinas cada noche. Y no era plan. - Mamá, pero...¿por qué no puedo comerme las cuatro? - rezonga el Terro, que es bastante más goloso que Susanita. - Porque te va a sentar mal. Y además el chocolate es excitante y tú ya estás como una moto. - Pues me lo voy a comer. - contesta, cabezón como él sólo. - ¿Sabes qué? Papá Noel está mirando por las ventanas a ver si te portas bien y, si no lo haces, no te traerá ningún regalo. Lo bueno de tener que partir las navidades entre las dos familias es que tienes primero el chantaje de Papá Noel y luego, el de los Reyes Magos. Él se queda pensativo y dice: - Bueeeeeeeno. Yo sonrío, pensando que he ganado la batalla, pero cuando voy subiendo la escalera lo oigo que se acerca a la ventana y dice: - Anda ya, Papá Noel, que tú no estás así de haberte comido sólo un chocolate.