Revista Infancia

Cuestión de tiempo

Por Pingüicas

Cuestión de tiempo

Mis hijos viven en una especie de dimensión desconocida. Un lugar en donde el tiempo simplemente no existe. O más bien, un lugar en donde el tiempo se puede mover a su conveniencia… o al menos, eso parecen creer.

Un ejemplo sencillo: Pía todos los días despierta y durante el desayuno, frente al calendario, con toda la seguridad del mundo, afirma: “Hoy es jueves”. No importa si es sábado o lunes. Pía ya dijo. Es jueves. Punto.

Okeey...

Otro ejemplo:

―¿Mamá, cuánto falta  para que papá regrese de viaje?

―Mira― le explico con el calendario ―hoy es miércoles. Te duermes. Mañana es jueves, tienes deportes. Te duermes. El viernes tienes clase de ballet. Te duermes. Despertando, llega papá. El sábado.

―Ma, ¿ya me puedo ir a dormir?

―¿Ya tienes sueño?

―No, pero así me despierto y me vuelvo a dormir. Me despierto y me vuelvo a dormir. Me despierto y me vuelvo a dormir… y ya llega papá.

¡Alto ahí! Paren todos los esfuerzos por inventar la máquina del tiempo. Pía ha encontrado la solución. ¿Te urge que llegue la Navidad? Vete a dormir.

Okeey...

Para ella, todo lo que haya sucedido en el pasado ―sin importar si fue el fin de semana, hace dos días o hace minuto y medio― sucedió ayer.

―Mamá, ¿te acuerdas que ayer me rompí la pierna?

―No mi amor, eso fue en agosto.

―Por eso. Ayer.

Okeey...

Esto complica (muchísimo) mis conversaciones con ella:

―Mamá, ¿me puedes mandar de lunch lo que me mandaste ayer?

Dentro de la locura de mi cabeza trato de recordar qué iba adentro de su lonchera el día de ayer:

―¿Sandwich, pepinos y galletas?

―No. Ayer.

―¿Yogurth, rollos de jamón y una barrita de cereal?

―¡No, ma! Ayer.

Podría estar hablando de algún lunch que recuerda de octubre del 2009, pero para atinarle…

Okeey...

Por su parte, Pablo… bueno, es Pablo. Creo que su concepto del tiempo más bien se ve distorsionado, no tanto por su imaginación (esta vez), sino más bien por su distracción.

Le tomó mucho tiempo aprender la diferencia entre: desayuno, comida y cena. Para él, todo este asunto era realmente imposible de descifrar. Creo que ya le entendió… más o menos.  Pero el otro día, por ahí de las 6:30pm (ojo: pm), me pregunta qué es lo que voy a preparar para desayunar.

―Querrás decir “cenar”, ¿no?

Y me voltea a ver, completamente serio:

―Desayunar, má. Nos acabamos de despertar.

What???!!! Okeey...

No sé si es mejor cuando trata de encontrarle cierta lógica a este asunto del tiempo…  Según él, no se dice “pasado mañana”, sino “mañana mañana”. Y si es lunes y él se refiere al jueves, simplemente aplica el “mañana mañana mañana”.  Ahora, sólo imagínate cuando nos quiere platicar algo que pasará el domingo…

Pero algo que me fascina de él es su modo de ver el fin de semana. Como no va a la escuela, el sábado y el domingo para él siempre son vacaciones. Eso es a lo que yo llamo ser positivo: tener vacaciones todas y cada una de las semanas de tu vida. Y si por algo llega a faltar a la escuela, Pablo considera ese día como una  “vacación por equivocación”.

A final de cuentas, creo que no importa cómo perciban la cuestión del tiempo. Ya habrá tiempo para eso. Lo importante es que el tiempo que viven, lo vivan al máximo. Y respecto a eso, creo que no tienen ningún problema.

Esos son mis pingüicos. Están medio locos, pero así los adoro. ¡A vivir la vida, pues!


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