De nuevo ha llegado diciembre. Puente de la Constitución y de la Inmaculada Concepción. Toca desempolvar cajas y sacar los adornos navideños. Esos mismos trastos a los que trataba de buscarle sitio para guardarlos hace nada. Yo no hago el árbol de Navidad, a mí me gusta más hacer el Belén. Una tradición que empecé yo misma hace ya bastante tiempo, comprando cada año una figurita nueva para ampliar la colección y así me cogía casi media sala, cuando lo armaba en la casa de mis padres.
Pero con los años se me ha quitado el entusiasmo y ahora, que lo hago en la casa donde vivo, he “reducido personal” y sólo he dejado en nómina a la familia principal (José, María y Jesús), a los Reyes Magos, a un par de pastores y a unos cuantos animales. El resto, todo el mundo al paro, guardados dentro de las cajas. Tampoco he puesto las casas del pueblo (que se hagan cargo que se las quitó el banco por no pagar la hipoteca). Así tengo un Belén más acorde con los tiempos.
De hecho creo que en vez de a Herodes matando a inocentes pondré a Rajoy haciendo recortes. (A fin de cuentas también estamos pagando el pato los que no hemos tenido culpa de nada). Además en Fin de año me comeré seis uvas en lugar de doce, por aquello de contribuir al ahorro del nuevo gobierno.
Eso sí, no dejaré de brindar porque esta “condenada racha” pase ya de una vez y ese miedo que nos paraliza a todos, del que el otro día muy bien hablaba el compañero Alhobo, se disipe de una vez por todas.
Así que sólo me queda desearles una Feliz Navidad y un próspero 2012.